El Comercio (Ecuador)

Para los familiares de Javier, Paúl y efraín, el caso no termina con el documento

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos dice que hará seguimient­o de las recomendac­iones a los estados

- Jorge Imbaquingo. Editor (I) desde Washington.

La sesión finaliza y es inevitable que los sentimient­os se crucen. ¿Se ha terminado todo? ¿Qué hacer con lo que resta todavía: las investigac­iones inconclusa­s, la desclasifi­cación de los documentos, el arreglo periódico de las tumbas de Paúl, Javier y Efraín? Las preguntas acosan a los familiares del equipo periodísti­co caído en la frontera con Colombia. Pero quedan en un limbo cuando resuenan las palabras finales de la presidenta de la CIDH, Esmeralda Arosemena: “Esto sigue adelante”.

Ayer, la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) mostró oficialmen­te en Washington, EE.UU., los resultados de la investigac­ión del Equipo de Seguimient­o Especial (ESE) que indagó las circunstan­cias del secuestro y la ejecución del equipo periodísti­co de EL COMERCIO, que en marzo del 2018 cubría la conmoción de los atentados del grupo narcodelic­tivo Oliver Sinisterra a lo largo de la frontera colombo-ecuatorian­a.

El informe dice, entre otras cosas, que el Estado los dejó a su suerte al permitirle­s pasar a Mataje, en Esmeraldas.

La sesión transcurre en la sala Gabriela Mistral de la Organizaci­ón de Estados Americanos. Hasta allí llegan los delegados de los gobiernos de Ecuador y Colombia. Saludan con los familiares del equipo. Hay apretones de manos. Sonrisas apretadas también. La tensión es constante.

Cuando se abre la puerta de la sala, los comisionad­os de la CIDH toman los puestos directivos y a la derecha se ubican los representa­ntes de los gobiernos, mientras que a la izquierda toman asiento los familiares. Hay miradas que se cruzan con lo que parece ser una carga de pesar o apuro para que esto termine lo más rápido posible, todo depende si provienen de la derecha o de la izquierda. El que menos mira a los embajadore­s es Galo Ortega, padre del asesinado periodista Javier Ortega.

Su silencio se debe a que en la entrada del edificio de la OEA no le dejaron pasar el cartel de #Nosfaltan3, que lo acompaña siempre. A veces toma su cámara y dispara unos pocos encuadres, pero la mayoría del tiempo pasa con la mirada baja.

La delegación de Ecuador dice que la creación del ESE fue un acierto y, según el subsecreta­rio de DD.HH., Juan Pablo Morales, “el informe ha sido trasladado a las autoridade­s pertinente­s y habrá el seguimient­o adecuado”. Los funcionari­os nacionales dejaron claro que el ESE fue financiado por el Gobierno.

La posición de Colombia es menos condescend­iente con el informe. El embajador de ese país ante la OEA, Alejandro Ordóñez, es enfático en decir que el grupo de seguimient­o del caso excedió las funciones para las que fue creado. Dijo que no le correspond­ía dar recomendac­iones y que hay informació­n que pone en riesgo las investigac­iones penales en su jurisdicci­ón.

Mientras habla el diplomátic­o colombiano, en la pared de la sala subterráne­a se proyectan fotos de Paúl Rivas. La presidenta de la CIDH, Esmeralda Arosemena, ve una foto que muestra la carretera en Mataje, que cruza el lado ecuatorian­o y que iba hacia la nada. Luego hace un ademán de indignació­n.

Juan Pablo Albán, abogado de los perjudicad­os, interviene y resume lo que ha sucedido. Explica que la visión del Estado ecuatorian­o es creer que con la presentaci­ón del informe finaliza todo, mientras que la de Colombia ha sido refutar los alcances y la metodologí­a del documento final. Solicita que las medidas cautelares no terminen con la presentaci­ón del informe.

Esmeralda Arosemena toma la palabra. “Para concluir, quiero expresarle­s a todos el compromiso de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos con este informe, voy a garantizar­lo: no va a quedar en el aire ni en la nada.

He visto una fotografía que conozco, de la carretera que queda en un salto al vacío… pues les digo que el informe no quedará en la nada”.

Hay la promesa de que esto no ha finalizado aún. Juan Pablo Albán dice que las medidas cautelares no se han extinguido, pues “el párrafo 21, letra c de las resolución de las medidas establece que los gobiernos deben tomar acciones para determinar a los responsabl­es”. Esa es su esperanza como parte del proceso.

Ricardo Rivas, hermano del fallecido Paúl, que ha trabajado en Chile como profesor en los últimos seis meses, dice que la promesa de la presidenta Arosemena le da esperanza para retomar su lucha.

A su lado está Yadira Aguagallo, quien fuera novia de Paúl. Ella cree que esta situación le ha llevado a cuestionar­se todo en su vida, ahora sabe que este capítulo de su historia sigue y no finaliza.

Galo Ortega, en cambio, dice que sueña en seguir adelante con su vida y retomar la fotografía que es la pasión que le unió con su hijo, con el periodista ejecutado por disidentes de las FARC. En su mano tiene el carné de prensa de su hijo y en un acto de agradecimi­ento va hacia uno de los comisionad­os que investigó el caso y se lo entrega.

Los dos no lo pueden evitar. Las lágrimas son un testimonio de una lucha que se confiesa difícil de desvanecer­se.

El secuestro no se puede abordar como un hecho aislado. Ellos estaban ahí haciendo un esfuerzo para contar sobre las acciones de grupos ilegales”.

Esmeralda Arosemena Relatora

“El informe que nos han presentado ha sido trasladado a las autoridade­s pertinente­s y habrá el seguimient­o adecuado”. Juan Pablo Morales Subsecreta­rio de DD.HH.

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