Mujeres piloto de combate se gradúan hoy
Las tenientes cumplieron el miércoles con el lanzamiento de dos bombas en Guayas
Las tenientes María Cueva y Jazmín Pérez debían superar un último obstáculo antes de convertirse en las primeras pilotos de combate del Ecuador.
La tarea ponía a prueba su destreza en el manejo de los aviones subsónicos Supertucano; su capacidad para seguir órdenes y hasta su puntería.
Si lograban descender la nave a 1 300 metros de altitud y lanzar las bombas MK82 sobre el polígono de tiro de San Antonio, en Guayas, habrían superado el año de entrenamiento en aviación para la guerra.
El miércoles, las dos aviadoras lucían seguras de sí mismas. Subieron a sus aviones, se ubicaron en posición y liberaron las bombas en el momento justo. Los proyectiles dejaron un cráter en la tierra y una nube de polvo y piedras. La misión estaba cumplida. Desde ese momento pasaron a ser parte de la Sexagésima Quinta promoción de pilotos de combate, cuya ceremonia de graducación se realiza hoy.
Las dos cruzaron la meta juntas, pero sus caminos son distintos. Cueva tiene 26 años y es quiteña. Estudió en el Colegio Sebastián de Benalcázar. Es la primera militar en su familia. Su interés en la aviación nació a los 15 años cuando observó un video de la Fuerza Aérea.
En cambio, Pérez es de Otavalo y tiene 28 años. Estudió en el Instituto República del Ecuador. Cuando tenía 10 años asistió a una ceremonia en la Escuela Superior Militar. Ahí se “enamoró del uniforme azul”. En su familia hay un tío y un primo en la carrera militar.
Para las dos, el apoyo de sus familias ha sido fundamental. Por eso, hoy, en la ceremonia que se realiza en el Ala de Combate 23, en Manta, ellos no faltarán. El comandante de la Fuerza Aérea (FAE), Mauricio Campuzano, presidirá el acto. Junto con ellas, los tenientes Roberto Pita, César Vásconez, Diego Jarrín, Henry Canales, José Tuárez y Pedro Rodríguez recibirán el certificado Listo para el Combate 2.
Cueva y Pérez dicen que la graduación significa abrir la puerta para que otras mujeres se aventuren a ser pilotos de combate. Quieren romper los estereotipos y demostrar que no hay actividades exclusivas para los hombres, en donde la mujer no pueda resaltar.
Los padres de María, Juan Cueva y Sandra Solá, la han apoyado en cada decisión. En su cuarto, en el complejo militar, guarda sus retratos. Las llamadas y chats diarios la animan. “Dale, sí puedes”, le decían en los momentos duros.
Por seguridad, no llevan objetos personales cuando suben a la cabina. Pero Jazmín guarda un par de fotos en la guía de vuelo, que suele llevar en uno de los bolsillos del traje verde olivo. Resaltan los rostros de Marcelo Pérez y de Helena Cobos, sus padres.
Su compañera tiene un hilo rojo en el reloj que usa en su muñeca izquierda, para atraer suerte. Un momento emotivo en su vida profesional fue la graduación de la Escuela de Aviación, cuando pasó por segunda vez la puerta denominada El Nido del Halcón. “Ahí pude decir que por fin lo logré”.
En cambio, Pérez cursó la Escuela Militar en Brasil. El recuerdo más feliz fue en segundo año, cuando sus compañeros y personas desconocidas la abrazaron luego de volar sola. “Sentí el cariño, a pesar de que no era de ahí”, sostuvo.
Después de la graduación de la Escuela de Aviación, los pilotos pueden optar por una especialización. Los de combate se entrenan en Manta por un año más. Deben cumplir con 330 horas, entre teoría y práctica. La parte académica es indispensable, ya que tienen que dominar materias como Planificación, Doctrina o Teoría de Misiles. Muchos de los manuales están en inglés. El objetivo es controlar las aeronaves y actuar en casos de emergencia. Durante su preparación, también cumplen con 30 horas de vuelo en un simulador y 60 horas de vuelo real, señala el instructor Ruber Betancourt.
En el ejercicio del miércoles, las mujeres planificaron su misión, desde la base. Tomaron en cuenta la orografía, el clima, el tráfico aéreo y la presencia de aves en el camino. Antes de salir se vistieron con chalecos especiales, revisaron los aviones, subieron y se colocaron los cascos que tienen intercomunicador y oxígeno. Cuando recibieron la orden, prendieron los motores, salieron de los hangares y despegaron.
Ahora, piensan en liderar formaciones tras pasar otros cursos. Está en sus planes volar aviones supersónicos. María quiere terminar su carrera como administradora de empresas y Jazmín sacar una maestría. Tener una familia no está en sus planes, por el momento.