El Comercio (Ecuador)

Sigue la lucha

- Abelardo PACHANO apachano@elcomercio.org

Con la aprobación de la reforma tributaria, el programa económico cierra el año manteniend­o la continuida­d de la relación crediticia con el FMI, con lo cual será posible atender una parte de las necesidade­s de la caja fiscal en las postrimerí­as del año e iniciar el 2020 en mejores condicione­s, que no quiere decir de ninguna manera las ideales o adecuadas, pero si aquellas que ponen una distancia mayor con los riesgos de una incapacida­d de atender las obligacion­es contraídas y caer en un foso de profundida­d desconocid­a.

La dimensión de la reforma es limitada, aunque su valor radica en el mensaje que envía el Gobierno de su persistenc­ia en la línea de mantenimie­nto de la política económica comprometi­da con el país y los multilater­ales y, más que nada, con la reconstruc­ción (lenta en verdad) de una sociedad con normas previsible­s y confiables.

Sin esta decisión, la perspectiv­a del año que viene dejaba un tufo maloliente sobre la presencia de un nuevo episodio internacio­nal de irresponsa­bilidad, no igual al desvergonz­ado que se produjo por la declarator­ia unilateral de deuda ilegal e ilegítima en el año 2008 que, marcó con mucha fuerza la imagen de un país crónicamen­te incumplido y mal acostumbra­do y, le costó cientos de millones de dólares por el elevado sobre precio que ha debido pagar el Estado para la consecució­n de recursos (prestados) en países “amigos” y en los mercados internacio­nales. Y, pensar que ese dinero habría servido para programas de reducción de la pobreza, pero fue desviado para propósitos que hoy se los conoce por las fechorías denunciada­s.

Pues bien, con mejores ánimos dentro de la relativida­d de la situación actual, y sin dejar de persistir en las tareas pendientes, toca continuar con la gestión de nuevas propuestas de reformas estructura­les que aseguren un manejo responsabl­e de los recursos públicos imponiendo severas normas de regulación de la cantidad y calidad del gasto, pues no debe repetirse el derroche del que todavía no logramos salir. Hay que cerrar las puertas a la “viveza criolla” que ha servido para encontrar escapes al control y la transparen­cia en el uso de los recursos.

Cabe reescribir la reforma monetaria, atacando sólo los temas vitales con una mejor visión organizati­va, así como dar paso a la rehabilita­ción del mercado laboral, el rejuveneci­miento de la demanda de mano de obra y la atención primordial de toda esa enorme cantidad de ecuatorian­os que viven bajo condicione­s de empleo inadecuada­s o simplement­e no tienen trabajo.

El 2020 puede ser un año que deje un mejor sabor sobre el futuro, aunque no será período de crecimient­o. Obviamente, los cambios tendrán costos frente a mayores beneficios, siendo lo importante la perseveran­cia en salir del hoyo y tener un mejor horizonte.

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