Freire volvió a ‘nacer’ tras un accidente en bicicleta
El atleta paralímpico de 33 años aprovecha su segunda oportunidad de vida
Hace seis años, un accidente ciclístico lo dejó en silla de ruedas. Desde entonces, la vida de Juan Carlos Freire cambió por completo. Él lo asumió como una segunda oportunidad para disfrutar con sus familiares y amigos. Ahora, su forma de pensar es diferente.
El incidente ocurrió en el sector La Paz, por la vía que une a los cantones azuayos Nabón y Oña, cuya pista termina en el río Jubones, en Yunguilla. “Perdí el control de la bicicleta, salí por un sendero y volé algunos metros. Tuve complicaciones por impacto de la caída y eso me provocó una lesión medular”.
Ese día salió a entrenar con un grupo de amigos, sin despedirse de sus padres. Con la experiencia vivida sugiere no dejar de lado pequeños detalles como saludar, dar un abrazo a los seres queridos, decirles cuánto los ama. No siempre hay una segunda oportunidad.
En su proceso de rehabilitación aprendió a sentarse, a ponerse las medias y los zapatos, a cambiarse de ropa. Con dos jornadas de terapia física al día, durante dos años, recuperó los músculos de la parte superior del cuerpo y recobró autonomía. Comenzó a ir solo al baño, a la cocina, al trabajo, aprendió a pasarse de la silla de ruedas a la cama y viceversa.
‘Juanca’, como lo dicen sus familiares, se acostumbró a hacer todo con las manos. El esfuerzo es doble, pero no tiene otra opción. Para trasladarse a su trabajo, en el Municipio de Cuenca, lo hace en un vehículo automático adaptado. Con una mano toma el volante y con la otra, el pedal.
Nació en Cuenca el 30 de mayo de 1986. Se graduó como Diseñador de Objetos en la Universidad del Azuay.
Participó en las maratones de Nueva York y Guayaquil. Estuvo en el Ironman de Manta,
Durante su infancia, adolescencia y juventud practicó taekwondo, natación, patinaje, atletismo, racquetbol y andinismo. En todas las disciplinas se entrenó como aficionado. Un año antes del accidente incursionó en el ciclismo y la bicicleta pasó a ser su compañera inseparable.
Freire, en el 2018, empezó a participar el handcycle (ciclismo con la mano). Se estrenó con un recorrido urbano de 10 kilómetros. En junio de ese año debutó en una media maratón en Cuenca y cuatro meses después intervino en una maratón de Guayaquil, cubriendo 42 km.
Este año cumplió el reto más difícil: cubrir 90 km en más de cinco horas en el Ironman de Manta. En noviembre pasado estuvo en la Maratón de Nueva York (EE. UU.), con 100 rivales de todo el mundo. A finales del mismo mes participó por segunda ocasión en la Maratón de Guayaquil, donde terminó tercero en su categoría.
El atleta paralímpico de 33 años sabe que una persona con discapacidad vive una lucha diaria y por eso dice: “el rendirse no es una opción durante la carrera”. El objetivo principal no es llegar primero sino terminar la prueba .
Su velocidad promedio en la ruta plana es de 20 km por hora; mientras en las bajadas ha llegado hasta los 70 km por hora. Pero, en los ascensos, el promedio es de 4 y 5 km por hora.
Después de cada competencia termina con dolores en los brazos, hombros y espalda.
Hace tres meses se casó con Daniela Aguilar, con quien se conoció cuatro años atrás en un paseo de amigos en bicicleta. Ella la define como campeón que sortea cualquier obstáculo que se presenta. “Me encanta acompañarlo a las competencias, soy su fan y me emociona sus triunfos”.
Ella es fisioterapista y se encarga de las terapias de su esposo, en labores de fortalecimiento muscular, acondicionamiento físico, respiración y sistema digestivo.