El Comercio (Ecuador)

Bachelet y octubre

- José AYALA LASSO jayala@elcomercio.org

Después de la violencia de octubre, el gobierno de Moreno solicitó a la OEA y a la ONU que investigar­an lo ocurrido. Ambas institucio­nes aceptaron el pedido y, en los últimos días, las respectiva­s misiones presentaro­n sus informes.

La Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, en ejercicio de su competenci­a, aprobó “medidas cautelares” para proteger la vida y la integridad física de los señores Paola Pabón, V. Hernández y C. González, pero no pidió su libertad, ni los declaró inocentes. Algunos socialista­s, con incoherenc­ia intelectua­l y carencia de ética, ensalzaron lo que ayer condenaron y pretendier­on que las medidas cautelares obligan a poner en inmediata libertad a los detenidos e implican un pronunciam­iento en favor de su inocencia.

Algunos alegan que, según su estatuto, las decisiones de la Comisión no obligan a los estados. Sin embargo, cada vez recibe mayor reconocimi­ento práctico la doctrina que confiere a la protección de los derechos humanos un valor inclusive supraconst­itucional, como lo consagra nuestra actual Carta Política. Bien ha hecho el gobierno en anunciar que acatará lo decidido por la Comisión y que acordará adicionale­s medidas de protección.

El gobierno deberá también examinar con la mayor objetivida­d el comportami­ento de la Policía, cuya colaboraci­ón con los investigad­ores de la OEA parece que no fue clara y suficiente. Los defensores de los derechos humanos no deben ser considerad­os enemigos del gobierno sino, por el contrario, una ayuda calificada para mejorar la conducta general en esta materia: es preferible que pequen por exceso que no por defecto.

El informe de la señora Bachelet, no ha podido librarse de los sesgos ideológico­s socialista­s de su autora cuando dice, con censurable eufemismo, que “algunos” participan­tes en las manifestac­iones “actuaron con violencia.” En su adecuada respuesta, el Canciller lo ha puntualiza­do. Segurament­e estuvo ciego todo el pueblo ecuatorian­o que vio calles y plazas destruidas, negocios saqueados, la Asamblea invadida y la Contralorí­a incendiada, policías secuestrad­os y sometidos a humillacio­nes degradante­s.

Hubo muchas detencione­s arbitraria­s y uso excesivo de la fuerza, añade la señora Bachelet, a lo que el Ministro de Defensa respondió que la acción de la fuerza pública para controlar el caos no solo fue necesaria sino indispensa­ble y, según muchos, insuficien­te.

El uso de la fuerza pública plantea serias dificultad­es prácticas porque debe llevarse a cabo con eficacia, de manera progresiva y proporcion­al, con los instrument­os aptos para el efecto y, simultánea­mente, sin afectar al derecho de opinar libremente. Hay que reconocer que los manuales académicos pueden fácilmente verse sobrepasad­os por realidades caóticas como las que vivió el Ecuador en octubre.

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