El Comercio (Ecuador)

UN VÍA CRUCIS LLAMADO AMT

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Día 1: Salí de una reunión en la calle Whymper y el auto no estaba donde lo había dejado estacionad­o. No había ningún papel, citación o noticia alguna de lo que había sucedido. Alguien creía que una wincha se lo había llevado. Se verificó en 3 patios de la AMT, pero el auto no estaba en ninguno. Tampoco aparecía ninguna multa en la página web. Primer día perdido.

Día 2: El auto estaba en el patio Cumandá. Fui en la tarde y estuve casi 2 horas en medio de una pertinaz lluvia; casi al llegar mi turno me dijeron que no alcanzaba a retirar el auto porque solo trabajan hasta las 4. Me entregaron 2 órdenes de pago de bancos distintos a pagar el costo de la wincha y del patio. Segundo día perdido.

Día 3: Tomó la mañana hacer los pagos. En la tarde fui nuevamente al patio a retirar el auto. Esperé más de una hora. Tampoco alcanzábam­os a retirar los autos ese día. Toda protesta fue en vano. Tercer día perdido.

Día 4: Otro pago por el día adicional; casi a mediodía fui con una montaña de copias, 3 por cada documento, a retirar el auto, lo cual finalmente lo logré. Cuarto día perdido.

El primer absurdo de todo este vía crucis es que, 11 días después, la multa por “mal estacionad­o” no aparece en la página web del AMT ni llega notificaci­ón alguna al correo. Pero peor aún, la multa y retiro del auto es arbitraria e ilegal. Lo de las winchas “huele muy mal” pues en cualquier país civilizado, una multa por mal estacionad­o requiere de un papel en el parabrisas y no el retiro del auto sin dejar nota alguna.

Gonzalo Martínez Fernández

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