El estilo cuencano se plasmó en esta vivienda
que había en su propiedad. La madera está presente en los tablones y pilares de la estructura, en los pisos, las gradas y los elementos decorativos.
Los pasamanos fueron elaborados en hierro forjado por el artesano local José Jiménez, que tiene su taller en el barrio de Las Herrerías.
La casa antigua quedó en el centro de la actual, desde allí se amplió en todas las direcciones. Se construyeron una nueva área social, sala, comedores, dormitorio de padres, baños y cocina en la planta baja. En el segundo nivel, en cambio, hay dos dormitorios y sus respectivos baños.
Las paredes de la sala, comedor, dormitorio de padres y cocina tienen grandes ventanales para apreciar la vista. Además, permiten que este hogar conserve el calor para las noches, porque es una zona generalmente fría. Incluso, da la sensación de que existe mayor amplitud, dice Saldaña. Las paredes fueron pintadas de blanco con la misma intención.
Para el techo se emplearon tejas antiguas de la casa original y otras se adquirieron de inmuebles que han sido intervenidos en otros lugares.
Los muros externos fueron construidos con rocas de la parroquia Baños, donde existen aguas termales.
Además, aprovechó para reciclar materiales. Por ello, en el cielo raso empleó aglomerado que tenía. Impermeabilizó la cubierta para evitar la presencia de goteras.
La casa antigua presentaba problemas de humedad en pisos, mampostería y en el techo. Tenía una planta y una guardilla y mampostería de ladrillo y teja artesanal. Eran 150 m² de construcción, ahora tiene 100 m² adicionales.
“No tenía el privilegio de aprovechar la vista que ofrece de una parte de la capital azuaya”. La vivienda de Saldaña está edificada en el cerro llamado Campana Huayco, que está alineado a la distancia con el mítico cerro de Guagualzhumi. Desde allí, se observan la Catedral de la Inmaculada Concepción y el Centro Histórico.