Un zoológico mexicano acoge a animales afectados estos meses
La crisis económica provocada por la emergencia sanitaria ha agudizado el desamparo de animales silvestres traficados
Kira, una imponente tigresa de Bengala de grueso pelaje, fue entregada a un zoológico del estado de Sinaloa, en el noroeste de México, en abril, cuando su dueña ya no pudo alimentarla más por el azote económico de la pandemia en el país.
Mediante una llamada telefónica, la propietaria solicitó el cuidado de este felino de alargados bigotes en respuesta a una campaña de la Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México (AZ
CARM), para evitar el abandono de fauna silvestre durante el confinamiento.
Kira, de dos años y medio y unos 130 kilos de peso, fue sedada con una inyección y trasladada en camión, en una jaula, a su nuevo hogar, el Zoológico de Culiacán.
“Básicamente el abandono se da porque hay gente que ya no puede con sus animales, y en esta pandemia, ante la falta de recursos económicos y de lugares donde tenerlos, prefieren dejarlos”, dice Ernesto Zazueta, presidente de la AZCARM.
Junto con la felina llegaron al zoo, en plena epidemia, una serpiente pitón, un manatí bebé, 14 guacamayas verdes y 49 venados, estos últimos rescatados en marzo de un ingenio azucarero de Tabasco (sureste) que había cerrado en enero, dejándolos a su suerte.
La condición de los venados era tan crítica que 10 murieron durante el traslado. Los otros -cuenta Zazueta- tenían la piel pegada a los huesos y las patas extremadamente delgadas. Ahora se alimentan de la pastura de un enorme terreno que comparten con avestruces, jirafas y antílopes.
“El tigre fue reportado porque no podían cuidarlo; pero la de los venados (...) era una emergencia porque no tenían alimento ni nadie que los cuidara, además de estar en un espacio inadecuado para la especie”, explica Diego García, director del parque de Culiacán.
Desde hace años, los zoológicos mexicanos se han comprometido a cuidar animales rescatados del tráfico ilegal y a otros provenientes de circos que los abandonaron cuando en 2015 entró en vigor una ley que prohíbe su uso en espectáculos.
En buena parte de estas reservas, cuenta Zazueta, los expertos trabajan para rehabilitar a los animales y, en ocasiones, intentan devolverlos a sus hábitats. Pero muchas de esas especies no pueden hacerlo por secuelas físicas o porque perdieron su condición salvaje. Entonces deben pasar el resto de su vida en un zoológico.
“Cuando llegan los animales, los valoramos, los rehabilitamos (...) Muchos no pueden volver al entorno silvestre porque no saben mantenerse, no saben cazar, ni defenderse, entonces quedan imposibilitados para su reinserción”, explica Zazueta.
La AZCARM urge el apoyo del Gobierno mediante la donación de comida y la reapertura de sus instalaciones para mantener las operaciones.