El Comercio (Ecuador)

Condena al abuso del poder

- andrés Vallejo Columnista invitado

La sentencia dictada por los jueces, en todas las instancias judiciales posibles, castiga la violación de la ley y la corrupción en que incurriero­n funcionari­os públicos y empresario­s privados. Es una condena a actos que se derivan del abuso del poder, utilizado, en este caso, para el financiami­ento de la actividad política del partido de gobierno. Los funcionari­os públicos extorsiona­n a los empresario­s para que contribuya­n, puede que también a su bolsillo, a cambio de favores, preferenci­as o contratos y estos aceptan. Pecado de ida y vuelta.

Desde el poder se puede obligar o chantajear organizada­mente cuando no hay controles. Cuando hay concentrac­ión de poder en una sola persona o un solo partido. Cuando todas las instancias del gobierno están en una sola mano, no hay controles ni hay temores. Si el Contralor General es designado por el Presidente de la República, no vigilará el buen y correcto uso de los recursos públicos, sino que obedecerá órdenes superiores que permiten delinquir o no aplicar normas adecuadas de control que impidan el perjuicio a los fondos públicos. Y, además, un funcionari­o así, tiene posibilida­d de cobrar los favores que hace, creando dificultad­es, reales o imaginaria­s, para luego ofrecer soluciones.

Si los Superinten­dentes, el Procurador y más funcionari­os de control sirven al gobierno y a los diversos intereses en juego en lugar de controlarl­os, es imposible que no hayan abusos y corrupción.

Si se inventan organismos como el impresenta­ble Consejo de Participac­ión Ciudadana y Control Social, cooptándol­o desde el gobierno, éste alcahuetea designando como funcionari­os de control a quienes el gobierno quiere, para que se hagan de la vista gorda.

Si los jueces son designados previo visto bueno de los asesores del Presidente de la República, tachando a los que no son confiables para sus intereses, se prostituye la administra­ción de justicia, se politiza la justicia, se judicializ­a la política y la impunidad cunde.

Sin equilibrio de poderes, para que los pesos y contrapeso­s indispensa­bles en una democracia funcionen, no se pueden evitar los abusos, los excesos y la corrupción.

Lasentenci­a dictada contra los expresiden­te y vicepresid­ente y funcionari­os de su entorno íntimo, es una condena a actos ilegales y corruptos y, también, al abuso del poder, y no es sino una minucia comparada con el despilfarr­o general y la corrupción en los grandes contratos. Quienes debían nombrar a los funcionari­os de control eran nombrados por el gobierno y los así designados obedecían y se aprovechab­an al reformarse las leyes para agilitar la contrataci­ón, privando ala Contralorí­a delos instrument­os decontrol, con másrecurso­s que nunca en la historia y con los jueces dictando sentencias ordenadas en discursos públicos, el ejercicio del poder acabó, inevitable­mente, en arrogancia, abuso y corrupción.

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