Los héroes de la pandemia, en murales
Proyecto cubre pasos a desnivel con los rostros de quienes lucharon en la emergencia
Hace nueve años el capitán Antonio Lacera Ochoa fue fotografiado por su hijo. Le pidió que se equipara con su traje de bombero, tal como si hubiera una emergencia. Quería tener una imagen nítida para luego grabarla en su piel.
“Me tatué su rostro en la espalda. Cuando le dije, pensé que se disgustaría, pero cuando lo vio le gustó porque se veía muy real”, recuerda en estos días Tony Lacera.
Ahora, a pulso de grafiti, la fotografía fue plasmada en uno de los extremos del paso elevado de las calles Chile y Olmedo, en pleno centro de Guayaquil. Es un homenaje de la ciudad a los héroes de la pandemia, una forma de inmortalizar su memoria en murales.
“Es un gesto de gratitud por lo que han hecho, porque han levantado a Guayaquil hasta dar sus vidas y también a quienes la siguen levantando”, resume Romina Zeballos, directora de la Unidad de Proyectos Zumar de la Dirección de Acción Social y Educación del Municipio porteño.
La idea surgió hace un mes con un listado de hombres y mujeres que han forjado una profunda huella en la urbe, incluso desde antes de la emergencia sanitaria por el covid-19. Sus familias cedieron fotografías que reflejan su carácter y entrega; así obtuvieron los primeros bocetos de los rostros.
El capitán Lacera es parte de los cuatro primeros escogidos. El 15919 -como era conocido
El proyecto de Zumar inicialmente contempla cuatro murales. Son pintados por artistas urbanos de Monosapiens Crew para rendir homenaje a los héroes de la emergencia sanitaria. Guayaquil fue el epicentro de la pandemia entre marzo y abril.
sirvió como voluntario por 33 años al Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil. Una de las últimas veces que se escuchó su código por radio fue cuando las llamas envolvieron ferozmente un almacén en la Bahía, en octubre de 2019.
“Estuvimos dentro de esa estructura por horas, siempre estuvimos juntos en todos los incendios. Hace poco fui a dos sin él y ha sido duro. Pensé retirarme pero mucha gente me ha dado las fuerzas para seguir y aguantar”, cuenta el subteniente Lacera.
Su padre falleció el 6 de abril, después de una semana de luchar contra el covid-19. La fiebre no se apagaba con medicamentos y su fortaleza, aquella que le permitía resistir el pesado uniforme bomberil, se desvaneció lentamente.
El coronel Carlos Fernández Corrales resistió poco más de un mes. El jefe de Operaciones de la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) de Guayaquil fue despedido el 7 de mayo por un grupo de agentes con una calle de honor.
Nunca dejó de trabajar, incluso cuando los casos en la ciudad iban en aumento. “Desde fines de febrero, sin conocer con certeza lo que pasaba, acudió a muchas reuniones para coordinar operativos y tomar decisiones. Quizá fue donde se contagió”, recuerda la coronel de la ATM Bertha Aguirre.
La mirada pacífica de su esposo, quien por cerca de 31 años laboró en instituciones de tránsito, ha quedado grabada en el tramo del paso elevado de la calle Chile y Ayacucho, también en el centro. “Tiene esa expresión apacible que lo caracterizaba. Como familia es reconfortante saber que lo recuerdan como un profesional honesto, de entrega total”.
El realismo de los murales fue teñido por el grupo Monosapiens Crew. Cuatro artistas urbanos, entre ellos José Briones, mezclaron colores con aerosol y recurrieron a otras técnicas, como el cubismo, para crear matices que destacan a cada personaje.
En 10 días lograron imprimir con sus manos los retratos del coronel Fernández, del médico municipal Mario Jara, del colaborador de Puerto Limpio, Hernán Pin -único sobreviviente-, y del capitán Lacera.
“Como artistas es un honor ser parte de un hecho que marcó la historia de la ciudad -asegura Briones-. Cada rasgo busca dejar una huella en la memoria de los guayaquileños”. Su arte pronto cubrirá otros espacios con el mismo objetivo.
El rostro del capitán de los bomberos halló un lienzo más. Poco después de su partida, su hija Diana decidió también llevarlo en la piel. La tinta le ha dado forma a un recuerdo imborrable que ahora lleva tatuado en su brazo derecho.