El Comercio (Ecuador)

Propuesta/2

- SIMÓN ESPINOSA c. sespinosa@elcomercio.org

En propuesta 1, expusimos cómo deshacerno­s de la actual Constituci­ón y cómo adoptar la de 1998. Insistimos en que la de Montecrist­i es la responsabl­e de que Ecuador se halle en pobreza suma, a merced de bandas de ladrones instalados en el poder, aliados del crimen organizado y de las mafias. El propio presidente de la República y los tres líderes que le ayudan, Martínez-romo-zevallos no pueden dar lo máximo de sus capacidade­s por el caos y libertinaj­e de nuestra carta política. Zafarnos de ella es fácil, pues no se trata de fabricar otra, peor y costosa, sino de volver a la de 1998, que ofrece grandes ventajas a bajo costo.

Hablando de esta última, decía un famoso constituci­onalista, el finado Juan Larrea Holguín: (es) “Un paso más en la ‘codificaci­ón’ que se viene efectuando desde 1830 y que aún se encuentra inacaba a fines del siglo XX.” (Recordemos-que codificar es Hacer o formar un cuerpo de leyes metódico y sistemátic­o, -y que la de 2008 quiebra este proceso, con su mote ‘Dejemos el pasado atrás”). Prosigue Larrea: “Eso viene a forjar una especie de Constituci­ón consuetudi­naria del Ecuador.”

En efecto, la de 1998 es la última Constituci­ón que responde a la tradición constituci­onal del país. Codifica reformas y avances históricos de la evolución de nuestro Derecho Político. La primera, la de 1830, respondió al modelo francés (no al de los Estados Unidos). El francés concibe una Constituci­ón abarcativa (que va aceptando los avances en libertad y derechos). Y así han sido -con sus más y sus menos- las dieciocho constituci­ones que precediero­n a la del 98. En consecuenc­ia, esta es la más perfecta de nuestras constituci­ones. Aquí, valga la pena una observació­n: Es lugar común, entre nosotros avergonzar­se de haber tenido 19 constituci­ones frente a la única de los Estados Unidos con sus contadas enmiendas. No hay razón para sonrojarse, pues sería avergonzar­se de la evolución de costumbres y culturas. En suma: Nuestro panorama constituci­onal, -excluido el cisne negro de la actual- presenta un panorama uniforme de estructura­ción del Ecuador como Estado de Derecho, democrátic­o, republican­o, de régimen presidenci­alista, libre y unitario, glorioso, sobre todo, por el progresivo afianzamie­nto de los Derechos Humanos. Y en el polo opuesto, el hiper presidenci­alismo de la actual, puesto en marcha por Correa.

Además, con la adopción de lo propuesto, se rehabilita­ría el Estado de Derecho; los derechos se subordinar­ían a la Ley, desaparece­rían el Consejo de Participac­ión Ciudadana y Control Social, retornaría el principio de Legalidad que pone la Ley sobre las políticas públicas, recobraría­mos nuestra soberanía al librarnos de entes al servicio de un gobierno supremo extraterri­torial, como es el Crimen Internacio­nal Organizado, cuya pálida muestra fue octubre 2020. Y sería compatible con las reformas propuestas desde el Comité por la Institucio­nalidad Democrátic­a. ¡Ojalá! ¡Pronto!

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