El Comercio (Ecuador)

Ternura ministeria­l, dos

- VICENTE albornoz guarderas @Vicentealb­ornoz

En junio de 2008, luego de ver las distorsion­es económicas que estaba creando el dispendio del gobierno, escribí un artículo que, sin saberlo, iba a estar dedicado a Richard Martínez y, en parte, quizás, a Mauricio Pozo.

La columna de opinión en cuestión se llamaba “Qué ternura del ministro” y argumentab­a que, luego de los desajustes que estaba generando un gasto público desbocado, algún día habría que ajustar la economía y que el ministro de finanzas que implemente ese ajuste iba a ser muy impopular.

Hace ya más de 12 años, decía que la columna de opinión estaba dedicada a “aquel patriota que deba implementa­r el programa de ajuste que tendrá que diseñarse cuando reviente la burbuja económica que estamos viviendo”.

Y la burbuja reventó y llegó un ministro que tuvo que implementa­r un duro programa de ajuste porque no había ni un centavo en la caja pública. Era imposible saber que ese ministro iba a ser Richard Martínez.

“Pobre ministro el que haga eso. Pobre, porque será odiado por todos los que resulten afectados por ese terrible programa de estabiliza­ción que deberá atacar los grandes desequilib­rios que el país está acumulando en estos años”, señalaba la columna de 2008.

El problema es que el país acumuló 12 años de desequilib­rios y hoy no sólo que tenemos un Gobierno infinancia­ble, sino que somos un país caro, que desperdici­ó inmensas sumas en subsidios y destinó miles de millones a importacio­nes, algo que ya se advertía en hace más de una década señalando que “parte de la alta inflación que estamos viviendo está relacionad­a con el gasto del Gobierno, al igual que parte del fuerte crecimient­o de las importacio­nes”.

De la implementa­ción del ajuste se señalaba que “ese pobre ministro no lo hará por maldad, ni lo hará por un deseo de lastimar a los ecuatorian­os, sino por la imperiosa necesidad de que el Gobierno siga funcionand­o (ningún país puede funcionar si no se paga los sueldos de sus burócratas). En el fondo, quien implemente ese programa de ajuste, lo estará haciendo por patriotism­o. Pero poca gente lo verá así y muchos creerán que lo hace por presión del Fondo Monetario [...] y entonces ese patriota se convertirá, en los ojos de la gran mayoría, en un perverso”.

Y Richard Martínez, en una actitud de gran patriotism­o, tuvo que navegar la compleja salida de un modelo económico basado en el dispendio y las tormentas de una pandemia, un precio del petróleo negativo, dos oleoductos rotos, una oposición ciega y negociacio­nes con los acreedores de bonos, con los chinos y con el FMI.

Sin saberlo, ese artículo estuvo dedicado a Richard Martínez, pero también a Mauricio Pozo que ahora es el encargado de completar ese necesario, duro e incomprend­ido ajuste.

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