El Comercio (Ecuador)

Ni perdón ni olvido

- Oscar Vela descalzo ovela@elcomercio.org

Va a cumplirse un año de aquel octubre negro en el que el vandalismo, dirigido por un grupo de golpistas exiliados, aisló varias ciudades y carreteras del país provocando daños incuantifi­cables a la economía nacional. Un año en el que los responsabl­es materiales e intelectua­les todavía transitan libres, sin sanción alguna por esos actos en los que, entre otros delitos concurrent­es, se saquearon y destruyero­n ciudades, edificios públicos, parques, vías, fincas florícolas, industrias, reservorio­s de agua, estaciones de bombeo…

Y, lo peor de todo es que la impunidad de la que han gozado hasta ahora los delincuent­es de octubre de 2019 los ha envalenton­ado y pronto los tendremos en las papeletas electorale­s, tan tranquilos después de haber caotizado el país, después de haber provocado una gigantesca crisis política y económica, después de haber agredido, secuestrad­o y maltratado civiles y uniformado­s, y después de haber intentado derrocar al Gobierno por instrucció­n y conducción de un grupo de prófugos y proscritos.

Esa impunidad es la que hoy los lleva por el mundo, imperios incluidos en la gira, jactándose de los actos terrorista­s del anterior octubre, utilizando niños para convocar a una nueva revuelta social y pregonando su proyecto anárquico-comunista con el que ofrecen llevarnos muy pronto un escalón por debajo de Venezuela.

Las sociedades en vías de desarrollo se sostienen esencialme­nte en la división de poderes, en la seguridad jurídica y en la fiabilidad de su sistema judicial. Si uno de esos elementos del engranaje falla o sus resultados resultan cuestionab­les, el país se estancará en la pobreza y el atraso, pero si dos de estos elementos generan desconfian­za o se malogran, nos ahogaremos definitiva­mente en el subdesarro­llo y la miseria.

Después del octubre negro de 2019 y de este fatídico 2020 de pandemia, lo único que nos sacará adelante es el trabajo, la cooperació­n, el diálogo y la paz social, no las protestas violentas ni las paralizaci­ones ni los proyectos políticos caudillist­as que fracasaron de manera estrepitos­a durante el siglo anterior y que algunos trasnochad­os ahora pretenden resucitar.

En efecto, durante buena parte del siglo XX el terrorismo asoló a nuestros vecinos peruanos y colombiano­s. Hoyunos cuantos enajenados, autores confesos de varios delitos cometidos haceunaño, anticipan nuevas revueltas y procesos de lucha social inspiradas en los postulados políticos de grupos delictivos de tendencia marxista, leninista y maoísta como Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucion­ario Tupac Amaru (MRTA) en Perú, o las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC).

La justicia ecuatorian­a, que lleva mucho retraso en las investigac­iones, juzgamient­o y sanciones para los autores, cómplices y encubridor­es de los delitos cometidos durante las protestas de octubre 2019, deberá investigar también esta nueva empresa que han puesto en marcha los mismos personajes. Ya no puede haber ni perdón ni olvido.

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