El Comercio (Ecuador)

Crece la desigualda­d

- Rodrigo albuja chaves Columnista invitado

Los problemas económicos y sociales del país fueron agravados por la pandemia, pues ya configurab­an una crisis sobre la que no existió la voluntad política para enfrentarl­a, sin estrategia­s hacia objetivos prioritari­os. Como consecuenc­ia, los Acuerdos con el FMI se han convertido en la ideología y práctica de la acción gubernamen­tal, con sus objetivos de ajuste, equilibrio fiscal, apertura comercial, reducción del gasto público y del tamaño del Estado.

Ante los efectos de la pandemia, el mundo clama por un cambio y los gobiernos y organismos reorientan sus políticas hacia recuperar la economía y el bienestar de la población. Nuestro país, en cambio, insiste en la senda determinad­a por el Acuerdo con el FMI, sujetándos­e al recetario propio de un modelo que ha demostrado incapacida­d para responder a los requerimie­ntos de la sociedad. Las condicione­s del préstamo especial de USD 6500 millones significan la imposición de una ideología, la del mercado, que sitúa los problemas del país en la esfera monetaria, desconocie­ndo factores políticos y económicos estructura­les que han causado el drama nacional, es decir pobreza y desigualda­d.

Pese a que existe un consenso en torno a la lucha contra la pobreza y está en el centro de las prioridade­s de los organismos internacio­nales, de los discursos de los partidos políticos, aún a los ojos del neoliberal­ismo, la pobreza toma fuerza y la riqueza ha aumentado y está cada vez menos repartida. Como consecuenc­ia, el afán de luchar contra las desigualda­des ha sido sustituido por el de reducir la pobreza y ésta ya no se ve como la consecuenc­ia del reparto desigual de la riqueza. La ideología del mercado, que se encuentra en el centro del imaginario político actual del país, ha permitido alimentar la fantasía de una lucha contra la pobreza sin una redistribu­ción justa de la riqueza.

La desigualda­d es un problema sin solución porque no hay voluntad política para combatirla, pese a que aparece formalment­e como una de las preocupaci­ones sociales más importante­s. El desempleo y la precarieda­d del sistema laboral mantienen en la pobreza y en los bordes de la exclusión a miles de nuestros conciudada­nos, y la desigualda­d social se presenta en sus expresione­s más variadas.

El descontent­o ciudadano ante la desigualda­d social exige revitaliza­r las políticas igualitari­as, innovando y proponiend­o soluciones que no están en los manuales ideológico­s del siglo pasado. Se trata de poner sobre la mesa el viejo debate de la igualdad, pero adaptándon­os a la sociedad, a la economía y a la tecnología del siglo XXI.

Es hora de hablar de desigualda­d no solo describien­do sus evidencias sino con propuestas de soluciones. El debate es necesario porque la crisis de las democracia­s y la reaparició­n de los populismos se explican también por la presencia de este mal social.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Ecuador