Los extranjeros impulsan campañas sociales
Las iniciativas contemplan la entrega de alimentos, medicinas y albergues temporales en esta época
La crisis sanitaria del covid-19 incrementó la población en situación de vulnerabilidad. En la capital azuaya, las iniciativas solidarias impulsadas por extranjeros tienen más demanda de alimentos, medicinas y materiales para la educación virtual de los niños.
Entre otras iniciativas está la campaña Todos Somos Uno, impulsada por el italiano Lucas Pallanca, propietario de una pizzería ubicada en el Centro Histórico de Cuenca. Desde hace siete años donaba alimentos a 30 personas por día, de su propio esfuerzo.
Pero a partir de la pandemia, creció la demanda hasta llegar a las 300 personas que -de lunes a viernes- hacen fila en la esquina de las calles Córdova y Borrero para recibir alimentos. El pasado jueves entregaron pan con café, una libra de arroz y dos huevos.
A ese lugar llegan menores de edad, madres, embarazadas, jóvenes, adultos mayores, personas con discapacidad y venezolanos que están desempleados y pasando necesidades por falta de ingresos económicos.
Cada mañana, Rosa Cabrera, de 65 años, guarda una funda de plástico en el bolsillo de su chompa y una taza. Camina una hora, desde el sector de Los Tanques hasta la pizzería, para recoger los alimentos. No toma bus para ahorrase los USD 0,30. Ella vive sola y arrendando. “Con esto preparo mi almuerzo y no pasaré hambre”, dice Cabrera.
Desde abril pasado, Rafael Orellana, de 72 años, y su hijo Boris, de 16, también se benefician de esta ayuda. “Sin esto no sabría cómo pasar los días”, comenta Orellana. Su hijo no estudia porque no tiene dinero para pagar Internet ni adquirir una computadora, y ahora se dedican a reciclar botellas y cartones.
Según Lucas Pallanca, la afluencia diaria de personas necesitadas despertó la sensibilidad en la gente. Todos Somos Uno es un proyecto que funciona gracias a donaciones de cuencanos. “Yo solo canalizo esa ayuda para los más necesitados”, aclara.
Tiendas, empresas, agricultores, emprendedores y cuencanos en general se sumaron a esta iniciativa, con alimentos perecibles y no perecibles, computadoras usadas, escritorios, ropa y más productos. 15 jóvenes apoyan, organizan, canalizando y entregan todas las ayudas.
Uno de ellos es Byron Fárez, quien elabora pan. Él recibe las donaciones, enfunda los productos y todas las mañanas acompaña a Pallanca en la entrega de los alimentos a los beneficiarios. Empresas como Megatienda del Sur y Nutri realizan aportes importantes.
Desde hace un mes, también llega con kits de alimentos, médicos voluntarios y funciones de títeres a barrios pobres de las parroquias rurales de Cuenca. “Los niños están viviendo ansiedad, depresión y baja autoestima por la pandemia, y les llevamos alegría”, señala Pallanca.
El canadiense Garry Vatcher, de 62 años, también está dedicado a la labor social. Creó el Hogar Esperanza, ubicado en el centro de la ciudad, que acoge a personas con enfermedades catastróficas y dispone de una tienda de ropa usada para sacar recursos.
Este hogar alberga a personas que están en tratamiento médico en casas de salud de la capital azuaya, pero que viven en zonas rurales y que no cuentan con dinero para la movilización y alimentación.
También, acoge a extranjeros recién llegados a la localidad y que no tienen un lugar para pasar la noche.
Vatcher recibe donaciones de amigos extranjeros y la ayuda de médicos voluntarios para asistir a las personas enfermas. Antes de la pandemia recibía a unas tres personas todos los días, en el albergue temporal y, en la actualidad, hay días que superan las 10.
“Me duele cuando recibo a una madre con su niño en brazos, pasando penurias, frío y sin un techo donde pasar la noche. La situación se presenta más dura con la pandemia del covid-19”, se lamenta el canadiense Vatcher.