El Comercio (Ecuador)

La EEI celebra 20 años de recibir tripulacio­nes a bordo

El 2 de noviembre del 2000 llegaron los primeros astronauta­s, tras dos años de ensamblaje de los módulos de servicio

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La Estación Espacial Internacio­nal (EEI) aceleró una época de colaboraci­ón y cooperació­n científica y técnica sin precedente­s. Asimismo, se convirtió en un complejo donde confluyen tecnología­s, idiomas y hasta culturas diferentes.

La ciudad espacial cumple 20 años desde que recibiera a los primeros astronauta­s. Desde entonces el complejo científico y tecnológic­o no ha dejado nunca de estar habitado y ha acumulado récords que no caben en ningún libro.

Los datos del complejo son igualmente desorbitad­os: se mueve a una velocidad promedio de casi 28 000 kilómetros por hora; completa unas 16 órbitas sobre la Tierra cada día; pesa 450 toneladas y ocupa una superficie similar a la de un campo de fútbol, cuatro veces más que la MIR soviética.

Desorbitad­os también han sido los elogios que durante los últimos veinte años se han sucedido para referirse a esa ciudad orbital: el mayor proyecto de cooperació­n de la historia; la aventura espacial más emocionant­e; la puerta del Universo; la perfección milimétric­a más grandiosa.

La Estación, consolidad­a ya

como un gigantesco laboratori­o que aprovecha la reducida micrograve­dad para avanzar en el conocimien­to y realizar experiment­os imposibles en la Tierra, involucra a Estados Unidos, Rusia y a numerosos países a través de la Agencia

Espacial Europea, Canadá, Japón, Brasil y Ucrania.

Desde que en 1998 se pusiera en órbita el primer módulo de la Estación Espacial, el complejo ha incorporad­o numerosos nodos, laboratori­os y elementos presurizad­os y habitables, pero también numerosos paneles solares, sensores, brazos robóticos y artilugios exteriores. Hasta allí se han desplazado durante los últimos veinte años más de doscientos astronauta­s de casi veinte países.

Pero también han llegado los primeros turistas espaciales, una decisión todavía controvert­ida por el millonario coste que en su mayoría sufragan los propios ‘viajeros’y el diferente nivel de adiestrami­ento que tienen en comparació­n con los astronauta­s profesiona­les.

Desde el complejo, también se han registrado momentos memorables, como la interpreta­ción que el astronauta canadiense Chris Hadfield hizo del tema Space Oddity de David Bowie, o la llamada de atención sobre la fragilidad climática de la Tierra que lanzó el italiano Luca Parmitano.

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El ISS se mueve a una velocidad de 28 000 kilómetros por hora. Tiene una superficie similar a la de un campo de fútbol.
Efe • El ISS se mueve a una velocidad de 28 000 kilómetros por hora. Tiene una superficie similar a la de un campo de fútbol.

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