LA MENTIRA, UN MODO DE VIDA
demia, por lo que requiere una oportuna solución como objetivo de Estado.
A propósito del periodo electoral, ya se escuchan sirenas refundacionales y ofrecimientos de una nueva asamblea nacional constituyente, como una solución mágica a la crisis política, económica y social que atraviesa nuestro país.
Ya tenemos como antecedente, que una asamblea refundacional no es de ninguna manera la solución que necesita nuestra patria, solo implica gastos de recursos públicos y tiempo, que en estas épocas no se pueden desperdiciar.
Ante esto, tenemos una opción que puede ahorrar tiempo y recursos al Estado y por otra parte puede constituir una herramienta de consenso para la reinstitucionalización como objetivo de Estado.
La Constitución aprobada en 1998, constituye un texto constitucional de avanzada, que, con pocas reformas adecuadas a la época actual, puede configurarse como la vía necesaria para salir de la crisis y reencaminarnos como República.
Con un referéndum que contenga como única pregunta a la ciudadanía, la derogación de la nefasta Constitución actual y la puesta en vigencia nuevamente de la carta magna de 1998.
Con esto, nos evitaríamos el riesgo de una nueva refundación fracasada, plagada de populismo más que soluciones reales, evitarnos una asamblea nacional constituyente que ya sabemos que es la farsa más grande de los falsos revolucionarios.
Hay que estar conscientes, que la Constitución vigente tiene candados constitucionales que limitarían esta alternativa, pero la Corte Constitucional, deberá actuar con independencia y acorde a los principios universales del Derecho Constitucional.
En estos momentos, que el país requiere de grandes consensos para grandes reformas, las cuales deben ser consideradas objetivos de Estado, como son, la refor
ma a la seguridad social, reforma laboral, reducción del aparato público, reducción de trámites y regulaciones, seguridad jurídica, podemos empezar por un consenso nacional que nos lleve a un referéndum, para derogar la Constitución que nos rige, y poner en vigencia la Constitución de 1998, con reformas adecuadas a los actuales momentos, como punto de partida. David Ponce Gómez de la Torre
Vivimos en un país donde la mitomanía es el primer signo de la mediocridad en la mayoría de la gente, donde la idolatría a un delincuente es la misma hacia un jugador de futbol que a un político falso de los que abundan en el medio, la mentira es tan grande que el vulgo es presa fácil de cautivar hacia una tendencia política, económica o social.
Ofrecimientos politiqueros abundan para engañar al vulgo, desde la campaña de vacunación contra el covid-19 , el número de muertes causado por la pandemia, el encarcelamiento y juzgamiento de políticos corruptos, la devolución de fondos mal habidos al estado, hasta la falta de ética de jueces y autoridades para defender a prófugos o extender comodidades y placeres en las cárceles que repletas están de asesinos, ladrones, violadores, muchos de ellos sin sentencia a causa de un sistema de justicia engañoso, vulnerable, de frágil manipulación en contra de la verdad, las víctimas y su viacrucis.
La mentira se ha vuelto el medio de transacción más frecuente entre la gente carente de educación, se ha vuelto un modo de vida en un país destrozado, quebrado, con muchos recursos eso sí pues pobres no somos.
Esperemos que la mitomanía pierda vigencia para que en las próximas elecciones gane el mejor perfil político que puede tener un estadista que tanta falta pro mejorar la educación, el futuro del país, de nuestras familias y descendientes. Renny Vega Jaramillo