Las cachinerías son otro foco de contagio y aglomeraciones
El Municipio identifica sitios donde el comercio informal se toma espacio público. La capacidad de control es limitada.
En las ocho cuadras de extensión que tiene sobre la vía pública el mercadillo denominado ‘Mall del Suelo’, en el Suburbio Oeste de Guayaquil, se mezclan comercio de carnes, frutas y verduras, ropa y calzado o artículos de segunda mano exhibidos en el piso.
Es la cachinería más grande de la ciudad, ubicada en la zona de las calles 24 y la E. La vía pavimentada de dos carriles se va estrechando hasta apenas dejar paso a un vehículo.
Cientos de informales y compradores acuden al lugar, que se toma también calles aledañas donde se dificulta mantener el distanciamiento y es frecuente el irrespeto al uso de mascarilla.
El aumento del comercio informal ante la crisis sanitaria del covid-19, cuando aún resta el grueso de la temporada de compras de diciembre, es uno de los grandes desafíos de control que enfrentan las autoridades locales.
Jaime Dávalos, comandante del Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano de Guayaquil, informó que además del ‘Mall del Suelo’ están identificados otros puntos de toma de espacio público. Entre los sitios problemáticos, además de la Bahía, están el sector de El Pedregal del Guasmo Sur (en la av. Abdón Calderón) y zonas de las ciudadelas Martha de Roldós y de Los Vergeles, en el norte.
El cuerpo de metropolitanos, encargado de mantener libres las aceras y el espacio público, cuenta con 500 servidores municipales. Xavier Narváez, director de Justicia y Vigilancia del Cabildo, pidió por su parte mayor intervención de la Policía en el control de las cachinerías, en las que se suele comercializar “artículos robados o de dudosa procedencia”.
Los dos funcionarios se refirieron al papel de la ciudadanía y llamaron a que se evite comprar, como “castigo”, en lugares que propician aglomeraciones y donde los informales hacen caso omiso a normas de prevención como el uso de mascarilla.
La capacidad de control municipal del espacio público es limitada, según comprobó este Diario, en recorridos por cachinerías que burlan los protocolos sanitarios.
En un tramo de 60 metros de la calle Pedro Franco Dávila, entre Quito y Febres Cordero, en el centro, cientos de personas se aglomeran en las horas de mayor concurrencia. Allí se comercializa todo tipo de artículos usados.
A una cuadra de allí, cerca del Mercado de las Cuatro Manzanas, otro tramo de calle es tomada a diario por un mercadillo de chatarra, que también genera más aglomeraciones.
Ramón Valle trabaja en un negocio cercano de venta de equipos industriales. Los agentes metropolitanos, dice, en ocasiones realizan desalojos, pero la falta de control es la norma. Entre las 11:30 y 14:30 se observa la mayor aglomerción en la calle y aceras y luego queda libre, cuando los comerciantes desocupan la vía.
“Vemos mucha gente que no usa mascarilla, toma licor en la calle, gente que no tiene respeto y consideración con las personas que sí se cuidan y ahuyentan a los clientes de los negocios formales”, indicó Valle. “La chatarra, además, es pestilente”.
Tanto en este sector como en el centro de comercio popular de la Bahía los propietarios de locales formales apuntan a que los informales recogen dinero para presuntamente coimear a los agentes metropolitanos y por ello el control sería más laxo.
“Las denuncias sobre las supuestas coimas son analizadas en profundidad”, respondió al respecto Dávalos. “Si se logra determinar responsabilidades sobre un determinado agente, será separado de la institución”, dijo.
Ayer, en la Bahía las veredas estaban despejadas y se mantenía el resguardo.