En los asilos, la vacunación es una esperanza
En el asilo Sofía Ratinoff de Guayaquil murieron 12 ancianos durante la pandemia
Entre abril y mayo del 2020, doce adultos mayores fallecieron en un asilo de Guayaquil por el covid-19. En otros centros geriátricos mantienen medidas de bioseguridad para evitar contagios; por ejemplo, reciben la visita de sus familiares a través de una mampara de vidrio. Estos sitios ven con esperanza la vacunación, pero tienen poca información.
Los 81 asilados perdieron el olfato y presentaron fiebre. Entre abril y mayo del 2020 una docena de adultos mayores falleció en el asilo Sofía Ratinoff de la Fundación Clemencia, al noroeste de Guayaquil, entre casos confirmados y sospechosos de covid-19, cuando el sistema de salud colapsó en la primera ola de contagios en la ciudad.
En el hogar de ancianos desamparados -un 90% no cuenta con familiares- el promedio habitual hasta antes de la pandemia era de solo una o dos muertes al año. “Fue una cosa terrible e inexplicable que no daba tiempo para nada, porque no es que estuvimos batallando con los pacientes por 15 días, presentaban síntomas y a los dos días morían”, lamenta Fernanda Salazar, coordinadora de Sofía Ratinoff.
La vacuna surge como una luz para mitigar la amenaza de un nuevo brote. El Gobierno Nacional anunció que entre el 18 y 22 de enero llegará al país el primer lote de 50 000 vacunas de Pfizer para inmunizar al personal de la primera línea de respuesta. La prioridad también la tienen residentes y personal de centros geriátricos públicos y privados del país.“el personal se fue enfermo o asustado, de más de 12 personas quedaron sólo cinco héroes en los peores meses. Tuvieron que trabajar puertas adentro, pues no querían ir a contagiar a sus familias ni traer el virus al asilo”, contó Salazar,
El Ministerio de Inclusión Económica y Social (Mies) informó a este Diario que 1 867 adultos mayores están albergados en 61 centros gerontológicos residenciales del país, entre los administrados directamente por la Cartera de Estado y los que cuentan con convenios de cooperación.
La cifra no incluye los atendidos en centros privados. En Guayaquil (Zona 8), por ejemplo, el Mies contaba hasta noviembre de 2020 con cero unidades gerontológicas residenciales propias u operadas en convenio público-privado.
El proceso de vacunación es delicado para otros centros privados. La religiosa María Martínez, del Hogar San José, ubicado al norte de Guayaquil, dice que la vacunación de cada adulto mayor debe ser una decisión consensuada y autorizada por los familiares.
“Tenemos residentes que escuchan las noticias y ya han adelantado que no se van a dejar vacunar, pero les decimos que tienen que conversar con sus familias”, dijo Sor María.
En el Hogar San José, que cuenta con 75 adultos mayores y 55 años de servicio, han limitado al mínimo el contacto con el exterior. Las ocho religiosas de la orden de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados residen en el mismo lugar.
“No hemos tenido casos de covid, pues hemos manejado un protocolo de puertas cerradas, las visitas de los familiares se realizan a través de un enrejado”, agregó la religiosa.
El Hogar Corazón de Jesús de la Junta de Beneficencia de Guayaquil, que opera en la ciudad hace 128 años, cuenta con 234 adultos mayores en diferentes áreas. El 77% recibe subsidios parciales o totales sobre el valor del pensionado.
“El protocolo para residencias geriátricas establece un área de aislamiento para casos positivos de covid-19, por lo que contamos con la unidad de observación para este fin”, informó la administración vía correo. “No tenemos suficiente información de la vacuna”.
Actividades como gerontogimnasia y bailoterapia se desarrollan por zonas, en grupos reducidos y manteniendo medidas de bioseguridad como el uso de mascarilla para “mitigar los efectos de la pandemia y promover una segura socialización entre residentes”.
El asilo Hogar Corazón de Jesús organiza sesiones de consulta psicológica con los adultos mayores para contrarrestar efectos del largo confinamiento e implementó un programa de visitas seguras. Los residentes atienden a sus familiares con una mampara traslúcida.