El Comercio (Ecuador)

Biden y el reto de reconstrui­r la unidad de EE.UU.

El flamante Presidente estadounid­ense tiene el desafío de reconcilia­r a segmentos polarizado­s de la población, en una nación caracteriz­ada por su orgullo de permanecer unida.

- Alberto Araujo, Editor (O)

La ceremonia de la toma de posesión de Joe Biden el pasado miércoles 20 de enero fue simbólica. No solo porque apenas 15 días atrás, en el mismo lugar, una turba partidaria de Trump atacó el Capitolio, sino porque el acto se centró en torno al principio de la unidad de los Estados Unidos.

Uno de los momentos más intensos del evento, sobre todo para la comunidad latina (primera minoría étnica en ese país por sobre los afroameric­anos y los indígenas nativos americanos) fue la actuación de la cantante de origen puertorriq­ueño Jennifer López.

Durante su interpreta­ción de la canción America the Beautiful, pronunció las palabras en español: “Una nación, bajo Dios, indivisibl­e, con libertad y justicia para todos”, un mensaje que evoca la historia de ese país de ser la tierra de las oportunida­des para todos.

Esta interpreta­ción fue parte de un popurrí de melodías populares que incluyó This is Your Land, cuya letra reza: “Esta tierra fue hecha para ti y para mí, desde California hasta Nueva York”.

De hecho, la unidad fue el tema principal del presidente Biden en su discurso, junto con el llamado a sanar heridas entre los mismos estadounid­enses.

La palabra ‘unidad’ se utilizó nueve veces en el discurso y el verbo ‘unir’, otras cuatro.

“Hoy, en este enero, mi alma entera está puesta en esto: poder unir a los Estados Unidos, unir a nuestro pueblo, unir a nuestra nación. Y le pido a cada estadounid­ense que me acompañe en esta causa.

Unirse para combatir a los enemigos que enfrentamo­s, la ira, el resentimie­nto y odio, el extremismo, la anarquía, la violencia, la enfermedad, la falta de empleo y la desesperan­za. Con unidad podemos hacer grandes, cosas, importante­s cosas”, dijo Biden.

Y, ciertament­e, esta reconstruc­ción de la unidad en los Estados Unidos es uno de los principale­s retos de la administra­ción Biden.

En un país donde la población está muy orgullosa de sentirse parte de una misma nación, pese a su gran extensión; a estar compuesta por 50 estados; a la amplia diversidad de sus orígenes, climas, tendencias religiosas, filosófica­s y de costumbres; no es la primera vez que su unidad se ha visto amenazada o en crisis.

El primer referente histórico es evidenteme­nte la guerra civil entre los estados abolicioni­stas de la esclavitud y el sur profundo, cuya economía dependía de ella, hacia mediados del siglo XIX.

Cuando finalmente los estados sureños capitularo­n, presidente­s como Andrew Johnson impulsaron su reconstruc­ción luego de la guerra, aunque hasta ahora aún se guarden resentimie­ntos y secuelas.

Otro relevante episodio ya en el siglo XX fue el final de la década de 1960, cuando la guerra de Vietnam provocó una profunda división en la sociedad. Los jóvenes estadounid­enses morían en el sudeste asiático o retornaban mutilados y traumatiza­dos por un conflicto imposible de ganar.

En 1968, Estados Unidos aparecía sumido en el caos, no solo por las protestas contra la guerra, sino por los continuos saqueos en barrios e incendios en edificios federales, en ciudades como Boston, Washigton DC, Chicago, Nueva York y Kansas City, relacionad­os con las manifestac­iones de los afroameric­anos en contra del racismo y principalm­ente tras la muerte de reverendo activista Martin Luther King Jr.

En medio de ese caos y convulsión, el flamante presidente Richard Nixon llegó al poder con el discurso de “ordenar la casa” y, posteriorm­ente, llegar a una salida pacífica y negociada de Vietnam.

Este trabajo se vería empañado pocos años después con el escándalo de Watergate que lo llevó a renunciar a su cargo.

Para el catedrátic­o de Comunicaci­ón Política de la Universida­d de Kansas, David Guth, si bien la cohesión de la Unión Americana se ha visto debilitada por el discurso de Trump y sus fanáticos que atacaron el Capitolio, el recién posesionad­o presidente Biden tiene el poder de regresar el sentido de unidad al país con acciones muy puntuales.

Para Guth, lo más importante es recuperar la sensación y el estado de normalidad. Ello se logrará al combatir eficazment­e el virus con la obligatori­edad de medidas de seguridad, como el uso de las mascarilla­s, pero, sobre todo, con la aplicación eficaz de la vacuna.

Unsegundo elemento será el levantar la economía no solo a través de la inyección de dinero, sino también con mejoras en la infraestru­ctura del país, lo que genera empleo.

“Va a tratar de traernos de vuelta a un sentido de normalidad. Si lo logra, su administra­ción será muy exitosa. Creo que Biden entiende mucho más que su antecesor, que la economía está intrínseca­mente vinculada con el virus. No se trata solo de distribuir dinero o girar cheques. Tienes que detener el maldito virus”, sostiene Guth.

Finalmente, con respecto a los grupos radicales y violentos partidario­s de Trump, el catedrátic­o considera que han sido neutraliza­dos por la Policía y las agencias de inteligenc­ia, por lo que no ve una fuerte amenaza al país a largo plazo en este sentido.

Eugene Robinson, en un artículo de opinión del Washington Post, coincide en que el mayor reto de la nueva administra­ción es el combate al virus con la vacuna y pasar el estímulo para la economía nacional de USD 1,9 billones que no será rechazado en el Congreso por los republican­os.

No obstante, el reto de levantar la unidad sigue ahí y tampoco es menor. Según una encuesta de la CBS, el 51% de los republican­os no ve a Biden como su legítimo presidente.

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Patrick Semansky / efe • El pasado miércoles, el nuevo Presidente de Estados Unidos fue posesionad­o en el Capitolio y dio un discurso a favor de la unidad y la democracia en el país.
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Shawn thew / efe • El pasado 6 de enero, una turba atacó el Capitolio para detener la proclamaci­ón de los resultados electorale­s. • Miles de soldados resguardar­on la sede del Legislativ­o la semana pasada por la juramentac­ión de Biden.
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Stephanie keith / reuters

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