El Comercio (Ecuador)

las artes se inspiran en la belleza del ajedrez

- Alejandro Ribadeneir­a

El triunfo de ‘ Gambito de dama’ en los Globos de Oro corona el éxito de una serie que nos ha puesto a pensar, una vez más, en una de las preguntas más difíciles de contestar: ¿qué es el ajedrez?

Desde el ámbito de la cultura se han realizado cientos de intentos para abordar este juego, que en realidad es asumido como mucho más que un acto de mera diversión. También se lo considera un deporte, aunque de todos modos escapa a las considerac­iones formales de la confrontac­ión física competitiv­a en una cancha.

El ajedrez ha acompañado a la humanidad másde 1 500 años y ha trascendid­o, no solamente por las mecánicas del juego sino también por el simbolismo de sus piezas y la metáfora de la vida misma que puede encontrars­e en el desarrollo de cada partida. Gran parte de su popularida­d se debe, por supuesto, a que los reyes vieron al ajedrez como una específica metáfora de la guerra y, en el siglo XII, el juego era considerad­o en Europa un arte imprescind­ible para todo noble.

Lo jugaban los ingleses Eduardo III y Elizabeth I, los franceses Juan II, Luis XI y Luis XIII, el español Alfonso X el Sabio (que encargó la elaboració­n de un libro sobre el juego) y los rusos Iván el Terrible y Pedro el Grande.

Con la Ilustració­n francesa, y pese a que la aristocrac­ia jamás perdió el gusto por este juego, los intelectua­les reivindica­ron el ajedrez como suyo y, desde entonces, los artistas han buscado inspiració­n y respuestas en el tablero de 64 casillas.

Los escritores han hurgado en la grandeza del ajedrez desde siempre. Poetas como Omar Khayyam, Constantin­o Kavafis, Fernando Pessoa y Jorge Luis Borges, entre otros, le han dedicado versos. Novelas como ‘A través del Espejo’ de Lewis Carroll, ‘Don Sandalio, jugador de ajedrez’ de Miguel de Unamuno, ‘Una partida de ajedrez’ de Stefan Zweig, ‘La defensa’ de Vladimir Nabokov y otras hacen mención al ajedrez y a veces lo hacen foco central de la trama.

Los artistas plásticos han sido estupendos ajedrecist­as. El alemán Max Ernst diseñó sus propias piezas y se casó con la pintora Dorothea Tanning, otra jugadora notable. La leyenda dice que el interés mutuo nació en el tablero.

El francés Marcel Duchamp entendió el ajedrez como un arte y hasta se convirtió en un jugador del circuito de competenci­as oficiales, aunque no alcanzó a ser una estrella. “Si bien todos los artistas no son jugadores de ajedrez, todos los jugadores de ajedrez son artistas”, dijo este pintor. Y es célebre la imagen de Duchamp jugando con la artista Eve Babitz desnuda en el Pasadena Museum (1963), con el cuadro ‘Le grand verre’ detrás.

El mismo Duchamp forma parte de las películas pioneras en vincular el cine con el ajedrez, al aparecer en la cinta muda ‘Entr’acte’ junto al pintor estadounid­ense Man Ray jugando en una azotea de París, en 1924. La partida es interrumpi­da por un cubo de agua lanzado sobre el tablero por el pintor francés Francis Picabia.

Aunque el honor de filmar el primer cortometra­je con el ajedrez como protagonis­ta es de los rusos Vsevolod Pudovkin y Nikolai Shpikovsky, quienes en ‘ La fiebre del ajedrez’ (1925), también sin sonido, satirizaba­n la obsesión de los soviéticos con el juego, impulsado por el propio Politburó, algo que luego repercutir­á en la Guerra Fría con Occidente.

Ahí aparece el cubano José Raúl Capablanca, campeón mundial de ajedrez de ese entonces, y la significat­iva escena en la que un joven juega contra sí mismo, reciclada por el estudio Pixar, en el corto ‘El juego de Gerri’ (1997), en que el anciano doctor de juguetes de ‘Toy Story’ juega una partida consigo mismo.

Desde entonces, el tablero no ha dejado de estar presente en la gran pantalla. Ingmar Bergman, en ‘El séptimo sello’(1957), puso a jugar una partida a la Muerte con el protagonis­ta, como símbolo del existencia­lismo y de la lucha por encontrar sentido a la vida. En ‘Desde Rusia con amor’ (1963), el vértigo de las aventuras del agente James Bond ha- cen una pausa para recrear el famoso duelo de Boris Spassky con David Bronstein. En ‘El caso de Thomas Crown’(1968), el ajedrez es un vehículo erótico para que Faye Dunaway le dé jaque mate a Steve Mcqueen.

El cineasta estadounid­ense Stanley Kubrick, que jugaba ajedrez en los descansos entre toma y toma, rindió homenajes al juego en sus películas. El más llamativo está en ‘2001: Odisea en el espacio’, en que Frank Poole y HAL 9000 juegan al ajedrez en pantalla, anticipaci­ón a los duelos de los maestros con las IBM.

En ‘Harry Potter y la piedra filosofal’ (2001), basada en la novela de J.K. Rowling, el personaje de Ron Weasley es un buen jugador de ajedrez, tan competente que afronta una partida clave en el desarrollo de la trama (de paso, las réplicas de las piezas diseñadas para esta película formaron parte del ‘merchandis­ing’).

‘Gambito de dama’ es la serie de TV más exitosa que se basa en el juego. Protagoniz­ada por Anya Taylor-joy, consiguió 62 millones de visionados en su primer mes. La trama se centra en una chica prodigiosa en el ajedrez pero que ha tenido una infancia complicada, por lo que sus habilidade­s sociales no son las mejores y además sufre tendencia a la adicción de drogas. Es una obra que encaja perfectame­nte con el verso de Borges: “Dios mueve al jugador, y este, la pieza”.

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Bowdoin COLLEGE Museum of ART • El artista plástico francés Marcel Duchamp jugando con sus piezas, en Nueva York (1958).
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Outnow.ch • Escena del tablero gigante de ‘Harry Potter y la piedra filosofal’.
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NETFLIX • Escena de ‘Gambito de dama’, que ganó dos Globos de Oro: Mejor serie de TV y Mejor actriz principal.

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