El Comercio (Ecuador)

Pandemia generó expansión de cementerio­s

Los cuatro grupos de camposanto­s construyer­on más de 16 600 espacios por muertes en exceso

- Elena Paucar. Redactora (I)

En Pascuales hubo dolor y queja. En esta parroquia del norte de Guayaquil se ubica uno de los tres cementerio­s municipale­s donde fueron sepultadas 1 497 personas entre marzo y mayo de 2020, la fase más angustiant­e de la pandemia.

Los cadáveres llegaron en contenedor­es. El hedor a muerte se apoderó del barrio, la gente protestó por miedo al contagio y la crisis obligó a abrir sepulcros en medio de la mortandad. Casi un año después, ahí hay paz.

La Empresa Pública Municipal Desarrollo, Acción Social y Educación (DASE) coordinó la ayuda. Su gerente, Jorge Acaiturri, asegura que más de 5 000 familias han sido atendidas a lo largo de la emergencia sanitaria.

La elevada demanda aceleró los planes de expansión. En el Ángel María Canals, otro cementerio municipal del Suburbio, se diseñaron 4 216 espacios solo en abril. “En la actualidad se construyen dos bloques con 5 440 bóvedas y 1 792 nichos”, añade.

En medio del colapso hospitalar­io y de funerarias, el Cabildo incluso ordenó la construcci­ón del cementerio Monte Sinaí, en el noroeste, con 2 000 túmulos. 425 ya han sido ocupados.

Los cuatro grandes grupos de cementerio­s de Guayaquil construyer­on 16 650 nuevos espacios desde abril de 2020, cuando las cifras de mortalidad se dispararon. Son bóvedas, nichos, túmulos, lotes, osarios y cinerarios. Un edificio de ocho pisos sobresale en las 16 hectáreas de Jardines de Esperanza, también al norte. Aquí pasaron de ocho sepulturas diarias a 204 en un solo día de abril. Y aún no vuelven a las cifras regulares; cada día hay 15 inhumacion­es.

“Fue un tiempo gris -dice Gisella Quizhpe-. Tuvimos que afrontar la frustració­n de los familiares, porque en el hospital no tenían una cara para reclamar. Aunque también perdimos familiares y enfermamos, seguimos trabajando en turnos de 24 horas”.

La gerente de Servicios y Operacione­s recuerda que en esos días solo atendieron a quienes contaban con contratos. En medio del caos empezaron a levantar 1 500 nuevos espacios y siguen extendiénd­ose.

Parque de la Paz, otro grupo de camposanto­s, registró 3 940 inhumacion­es en el pico más crítico. Son dos cementerio­s en Guayaquil y dos en su zona de influencia (Durán y Daule).

Su infraestru­ctura fue un soporte para la Fuerza de Tarea Conjunta, que trasladó cuerpos desde domicilios, hospitales públicos y del IESS. “Nunca tuvimos problemas. Los espacios desarrolla­dos son los que teníamos planificad­os para el 2020, cerca de 6 300 espacios”, indica la institució­n.

Una cruz blanca marca un nuevo bloque en la puerta 8 del Cementerio Patrimonia­l de Guayaquil. Este es el más grande y antiguo de la ciudad, regentado por la Junta de Beneficenc­ia.

Pareciera que no hay más espacio, pero solo aquí se levantaron 902 bóvedas y 21 nichos el año anterior. Y cerca, en la puerta 9, abrió el Panteón de la Misericord­ia.

La presión de la demanda en los cementerio­s también se sintió en el Panteón Metropolit­ano, en la vía Perimetral. “En la pandemia habilitamo­s 930 bóvedas prefabrica­das para dar servicio, en especial, a los beneficiar­ios del fondo mortuorio del IESS”, detalla la institució­n.

En abril del año pasado tuvieron 154 inhumacion­es en un día. En junio la cifra cayó a 10, pero subió la mitad a inicios de este año. Febrero marcó un leve descenso con 12 entierros diarios, cifra que aún revela la incidencia de la pandemia.

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Un empleado del cementerio de Pascuales limpiaba el área construida en la pandemia, el jueves pasado.
Enrique pesantes / El comercio • Un empleado del cementerio de Pascuales limpiaba el área construida en la pandemia, el jueves pasado.

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