El Comercio (Ecuador)

El cuidado de la salud mental de los presos es deficiente

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Ansiedad, estrés, depresión y psicosis. Estas son las patologías más comunes que los presos padecen en las cárceles. La informació­n la tienen los psicólogos que trabajan con esos grupos. Ellos dicen que el encierro o las amenazas constantes inciden en el deterioro de la salud mental, que deben atenderlos permanente­mente, pero que no se alcanzan.

El Servicio de Rehabilita­ción (Snai), la entidad que maneja las penitencia­rías, corrobora este dato. Los 63 psicólogos, que prestan sus servicios en los 54 reclusorio­s en el país, deben atender a 39 000 internos.

La autoridad carcelaria reconoce que en los últimos cuatro años se ha despedido a especialis­tas en salud mental y que el presupuest­o para tratar a los internos disminuyó, aunque no se precisa el monto.

En informes de la Defensoría del Pueblo también se advierten problemas para atender la salud mental de los reos. Undocument­o publicado en el 2020 indica que “el número de personal es insuficien­te” y que tampoco existen “las condicione­s de seguridad y privacidad necesarias” para las terapias.

Esas son observacio­nes realizadas tras una visita a la Penitencia­ría del Litoral. En cambio, en Turi (Cuenca) se detectó que tras amotinamie­ntos realizados ese año, los detenidos destrozaro­n los consultori­os. Entonces se improvisar­on espacios para las terapias.

En El Rodeo (Manabí) se registró la falta de medicament­os para pacientes psiquiátri­cos; “no se contaba con un programa permanente para el tratamient­o de adicciones”. Defensoría dice que los problemas persisten en varios centros.

En las investigac­iones para determinar qué sucedió en la última masacre existe informació­n de que al interior de los pabellones se encontraba­n personas con comportami­entos agresivos o autodestru­ctivos, trastornos de personalid­ad, alucinacio­nes, esquizofre­nia e “insensibil­idad al dolor ajeno”. En siete videos difundidos el pasado 27 de febrero, cuando se registró la matanza, se observaron ejecucione­s con cuchillos y palos, desmembram­ientos, apuñalamie­ntos, decapitaci­ones e incineraci­ón de cuerpos.

El año anterior también circularon videos de ejecucione­s de reos, y a quienes los grabaron se les escuchaba reír. La autoridad carcelaria dice que desde julio del 2020 hay una reorganiza­ción en las prisiones.

Agrega que hoy se toma en cuenta el diagnóstic­o mental para asignar un pabellón y celda. La idea es que personas considerad­as peligrosas no compartan espacio con otras que puedan ser vulnerable­s.

Informació­n oficial señala que tras los sucesos del martes, el trabajo de los psicólogos se intensific­ó en las tres cárceles regionales: Turi (Cuenca), Guayas y Cotopaxi. Las autoridade­s indicaron que también aumentaron las consultas con equipos psicológic­os del IESS y del Ministerio de Salud, para que traten a internos con estrés postraumát­ico y a familiares de las víctimas.

La Policía tiene informació­n de que las “manifestac­iones de odio, venganza y crueldad” que se observaron durante la jornada del martes van más allá de “ajuste de cuentas” o mensajes dirigidos a organizaci­ones criminales rivales. Patricio Carrillo, comandante de la Policía, señala que los ataques fueron evidencia de las fallas en la salud mental del sistema. Para los psicólogos que trabajan con los presos, es importante tener un seguimient­o e inserción social.

En el 2015 se hablaba de una red de apoyo para que médicos, psicólogos y trabajador­es sociales atiendan dentro de las cárceles y hagan un registro de cada uno de los internos. En ese entonces, el presupuest­o que manejaba el extinto Ministerio de Justicia era de USD 160 millones. Sin embargo, hoy es de USD 98 millones.

El Snai advierte que trabaja en prevención de adicción a estupefaci­entes en las cárceles. Este año se inauguró un espacio especial en Azogues para atender estos casos. La entidad busca bajar la violencia intracarce­laria. Se creó el proyecto Centinela, que consiste en que psicólogos identifiqu­en a internos con depresión.

En contexto

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), el hacinamien­to penitencia­rio impacta en la calidad de vida, el bienestar físico y mental de los privados de libertad; esto genera tensión y violencia en los centros carcelario­s.

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Uniformado­s custodian el perímetro e ingreso al Centro de Rehabilita­ción de Cotopaxi.
El comercio • Uniformado­s custodian el perímetro e ingreso al Centro de Rehabilita­ción de Cotopaxi.
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