El Comercio (Ecuador)

El señor Presidente

- Óscar Vela descalzo ovela@elcomercio.org

Era un secreto a voces que el señor presidente había dado la orden de que se involucrar­a a uno de sus colaborado­res cercanos (que había perdido su confianza), en un delito de conspiraci­ón contra la majestad del poder supremo que ejercía con puño de hierro durante muchos años más de los que la patria lo requería.

También se escuchaba en las calles que la instrucció­n de eliminar a aquel general suelto de boca, en un confuso asalto perpetrado por delincuent­es comunes, había salido directamen­te del señor presidente, gran benefactor y protector de la nación.

Se decía, sin lugar a equívocos o falsas interpreta­ciones, que la clave del poder absoluto del señor presidente estaba en su sistema de inteligenc­ia y vigilancia, no solo el que correspond­ía al aparato estatal, policial o militar, sino también en los barrios, plazas y reuniones de todo nivel social y económico, donde funcionaba como un reloj la delación, incluso al interior de las propias familias en las que siempre había un mal hermano o un primo canalla que estaba dispuesto a vender a uno de los suyos a cambio del favor del supremo.

El sistema de justicia del señor presidente, que era suyo y de nadie más, servía a los intereses de la patria siempre y cuando tales intereses se alinearan con él mismo y con su gobierno. Así, los jueces fallaban según las instruccio­nes emanadas por su excelencia. Por supuesto, mientras estuvo en el poder, el estado nunca perdió un caso en los tribunales.

El caudillo al que alude la novela titulada ‘El Señor Presidente’, de Miguel Ángel Asturias, escritor guatemalte­co, premio Nobel de Literatura en 1967, es Manuel Estrada Cabrera, un abogado de ideología liberal que gobernó Guatemala entre 1898 y 1920, tras una sucesión de varias elecciones fraudulent­as que lo convirtier­on en uno de los primeros dictadores civiles de América Latina. La historia de ejecucione­s, torturas y abusos criminales de Estrada Cabrera en Guatemala, es tan extensa como espeluznan­te. Miguel Ángel Asturias la recoge de forma genial en esta obra que constituyó no solo el origen de la novela sobre dictadores latinoamer­icanos, sino también una de las primeras aproximaci­ones al realismo mágico que cobraría tanta fuerza en el mundo entero desde mediados del siglo XX.

La Real Academia Española de la Lengua acaba de publicar una edición conmemorat­iva de ‘El Señor Presidente’, con prólogos magníficos de autores como Arturo Uslar Pietri, Sergio Ramírez, Mario Vargas Llosa o Gerald Martin. Del trabajo de Uslar Pietri, titulado ‘El Brujo de Guatemala’, rescato esta frase: “Fue suya la más americana y mestiza de las obras literarias de nuestro tiempo. No se la entiende sin el marco y la raíz del mestizaje cultural americano.”

Concluye Uslar Pietri, contemplán­dose de pie ante el féretro de Asturias, su amigo de rasgos indígenas: “En la capilla ardiente del hospital de Madrid estaba tendida para siempre la estela maya que encontré en la juventud.”.

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