Edipo y la consulta popular
En el caso de la tragedia de Sófocles, antes del drama que se desarrolle con la muerte del padre y el asesinato de la madre por el hijo parricida, antecedieron las peguntas de la Efigie que inquirió sobre un ser que durante su vida debe movilizarse en cuatro patas, luego en dos y finalmente en tres. Para responder, el trágico personaje, en busca de la salud pública de Tebas, Edipo acertó en contestarlas y el monstruo desapareció. Pero para tal efecto debía conocer el contenido y contestar las históricas preguntas.
Este episodio clásico de la tragedia griega se pretende que en el Ecuador se repita, pero al revés: primero el suspenso y luego las preguntas y que el pueblo las conozca en el acto final antes de votar. De no corregirse esta pincelada, propia de orates, al Régimen le puede suceder lo mismo que al Gobierno argentino con las PASO. Los miembros de la Casa Rosada, ocupada por vanidosos y prepotentes peronistas, pensaron en las elecciones legislativas y se olvidaron del significado de este ensayo electoral preliminar, que solo lo entienden los argentinos. No sorprende por lo tanto que vengan serios ajustes políticos en ese país, se preparen a apostar todo a las elecciones legislativas de noviembre y mantendrán, como buenos fanáticos, la esperanza de un relevo presidencial de las mismas filas montoneras
En el Ecuador, el Régimen ha puesto en cartelera una posible consulta popular que, si no prospera, puede conducir a un caso de cirugía mayor como sería la estrambótica muerte cruzada, extraída por novelería, de los regímenes parlamentarios europeos. Todo está por conocer en un sistema más que oculto, deforme. Los temas o las áreas de las preguntas en suspenso, aunque la formulación final será. Sin precaución, están dando la oportunidad para que los microgrupos de oposición busquen coincidencias que siempre serán fáciles de encontrarlas negando todo lo que proponga el Régimen. Apelando a los mecanismos mágicos que enseña el profeta Perogrullo se puede concluir que la consulta popular, en estos momentos, de asimilación de costos múltiples por la pandemia del coronavirus, será favorable a la oposición y no al Gobierno que podrá caer en un peligroso callejón sin salida en el caso de una derrota.
Es posible que, ante una disyuntiva, en el libro fatal de las opciones, entre una consulta de enorme peligro político y la aventura de una muerte cruzada se estudie una tercera vía que será la de un acuerdo nacional excepcional: concreto, de plazo que no supere los 12 meses y con la participación de los frentes derrotados: el social cristianismo, el correísmo y Pachakutik. Debe existir una negociación sobre temas económicos puntuales y correspondientes compensaciones sociales. Deben entender y proclamar que negociar no es ceder, si no avanzar. Así lo entendimos en materia internacional y debe ser posible en el ámbito interno. No hay que olvidar que la Efigie muere, pero también el padre y la madre.