El Comercio (Ecuador)

La Única Estrategia

- WALTER SPURRIER BAQUERIZO wspurrier@elcomercio.org

El miércoles, el CAL devolvió al Ejecutivo el proyecto de ley de Creación de Oportunida­des cuyo objetivo es arrancar el motor de la economía. Se trata de un extenso proyecto que reforma muchas leyes y de casi imposible estudio y modificaci­ón en los escasos 30 días permitidos para un proyecto de ley de urgencia económica. ¿Pero qué otro camino le quedaba al Ejecutivo, para atender la situación que heredó?

Este es el séptimo año de una profunda crisis. La causó el despilfarr­o fiscal durante la bonanza, robo y desperdici­o de dinero de impuestos, petróleo y del que tomamos prestado en los mercados, crisis agravada por la pandemia que nos exportó China. A grandes males, grandes remedios. Es al presidente a quien le correspond­e orquestar la estrategia de recuperaci­ón. Tenemos un sistema presidenci­alista, elegimos a dos vueltas un Presidente para cuatro años. No hay otro funcionari­o u organismo que pueda afrontar esa tarea. El Presidente propone su solución, y la respuesta del Legislativ­o es rechazarla.

Nuestra clase política reincide en mantener un esquema electoral en el cual la representa­ción legislativ­a es dispersa. Eso es lo que conviene a tanto cacique o pequeña figura política, ya que les permite llegar a la Asamblea y negociar su apoyo al Gobierno. El costo es la gobernabil­idad. Mahuad no tuvo herramient­as para contener la crisis de 1998/99. Desde 1997, tres presidente­s han sido defenestra­dos.

Lo que cabe es elecciones de asambleíst­as en la segunda vuelta, lo que fortalecer­ía la gobernabil­idad, puesto que habría dos interlocut­ores dirimentes; el Gobierno y el principal bloque de oposición.

Hoy hay una gran dispersión en la Asamblea, y los movimiento­s que no están en el Gobierno razonan que si toman una posición constructi­va, les va a ir mal en las próximas elecciones. De ahí que antes de conocer la propuesta del Ejecutivo, se pronunciar­on en contra.

El proyecto del Ejecutivo tiene dos temas particular­mente conflictiv­os: el alza de impuestos, ante la dificultad de reducir el piponazgo, el derroche y la corrupción en el sector público, y la modernizac­ión de la legislació­n laboral. Ambas propuestas podrían mejorarse, con una Asamblea dispuesta a colaborar en la búsqueda de soluciones. Pero no hay tal ánimo.

Con ese rechazo, otro presidente se hubiera contentado con hacer lo que es posible sin apoyo Legislativ­o: equilibrar de a poco las cuentas fiscales y dejar un país estable pero estancado: es lo que prevé la programaci­ón cuatrienal.

Lasso, sin embargo, tiene la ambición de dejar un país mejor. ¿Pero con qué herramient­as cuenta? ¿Consulta popular? ¿Muerte cruzada? Ambas toman tiempo, alientan la confrontac­ión, magnifican el riesgo de la desestabil­ización. Pero algo tendrá que hacer. Para salir de la crisis, la única estrategia posible, es la presidenci­al.

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