Los estados de excepción: entre el riesgo y la necesidad
Ante la intransigencia de la Conaie y el anuncio de su llegada a Quito, el Presidente decretó las restricciones y medidas que no van al fondo del problema.
Declarar un estado de excepción es una medida extrema que toman los mandatarios. Implica una restricción importante de las libertades individuales, algo que es fundamental que se respete. Se lo decreta en momentos en que un país corre serios riesgos por levantamientos sociales, como es el caso actual por el paro nacional liderado por la Conaie; en otras ocasiones, porque hay una amenaza externa, como podrían calificar los que se implementaron durante la pandemia: un virus (externo) afectaba a una población.
Cuando se trata de movilizaciones, un estado de excepción puede ser contraproducente: es otra chispa para avivar el fuego de la inconformidad. Si los liberales consideran que es una restricción a sus individualidades, la izquierda, en cambio, lo entiende como una represión institucionalizada contra las colectividades que quieren expresar su inconformidad.
También hay que reconocer que la Conaie se ha mostrado intransigente y quiere el cumplimiento cabal de 10 puntos que, en muchos casos, son un programa de gobierno. De no hacerlo caso, la movilización se radicalizará y ratificó la llegada de las bases a Quito. Habrá que ver si tiene la misma acogida por los barrios y algunos sectores de la clase media quiteña, como en octubre del 2019, cuando la ciudad fue sometida a una violencia nunca vista.
Tampoco se puede desconocer que han habido actos vandálicos en varios puntos de la ciudad y del país, saqueos e intentos de saqueos, presión a comerciantes para que cierren sus puertas, ataques a pozos petroleros, a empresas agrícolas. El desabastecimiento de la población e impedir el paso de ambulancias que llevan enfermos son actos que no se condicen con lo humanitario.
A la par que anunciaba el estado de excepción, el Presidente presentó medidas para aliviar la difícil situación de varias familias. Parecen, sin embargo, alternativas hechas sobre la marcha. Son paliativos que no mejoran estructuralmente la vida de los ecuatorianos que pasan por momentos complejos. El escenario es aún incierto. Abrigamos la esperanza de una solución pronta y poder decir sin desaliento: “feliz día del padre”.
“Quizá estas exigencias no deben ser tomadas tan en serio (...) Hasta para ser populista hay que tener un poco de conciencia de la realidad”.