Ruinas del siglo XXI
Parece que las ondas del estallido demoledor de Beirut hubieran alcanzado las instalaciones del edificio donde funcionaba el Ministerio de Agricultura en Portoviejo. La realidad es que después del sismo de 2016 un informe apresurado determinó que su estructura presentaba riesgos, por lo que las oficinas fueron evacuadas y después arrasados su mobiliario, puertas, ventanas, sanitarios y cerramiento. Enredos burocráticos acerca del seguro contratado y la falta de gestión han impedido rehabilitar el tétrico lugar. En esto se involucra al Comité de la Reconstrucción de Manabí pos terremoto, que se farreó los millonarios fondos, excluyendo el arreglo de la emblemática sede y postergando la reparación del sistema hídrico Carrizal Chone. Otra muestra del descuido oficial al sector agropecuario manabita es en las estratégicas megaobras Poza Honda y La Esperanza, que lucen semiabandonadas, únicamente vigiladas por un solitario guardia de seguridad. Los reiterados errores gubernamentales en los últimos trece años perjudicaron también a los caficultores, al eliminarles el Consejo Cafetalero Nacional que tenía sede en esta provincia. Otro desacierto fue introducir semillas de café de Brasil evadiendo protocolos recomendados por la técnica y la legislación, actividad aparentemente desaparecida y que ha dejado a la caficultura peor que antes. Golpe adicional fue al centro de investigación en Portoviejo, reduciendo sus recursos humanos y económicos, deteniendo estudios y la producción de semillas mejoradas. La agroindustria tampoco recibió apoyo, por lo que durante las cosechas no se optimizan los excedentes, de lo cual sí se aprovechan intermediarios y prestamistas usureros. Inútil fue reconocer el aporte agropecuario en esta cuarentena sanitaria, durante la cual, pese al cierre de fronteras, se permite ingresar contrabando que perjudica la producción nacional. El colmo fue cuando en el pasado mayo el propio ministerio pretendió abrir importaciones de alimentos argumentando supuesta escasez, tratando de aprovechar el estado de emergencia para repetir vergonzosos negociados como los del sector de la salud. Las ruinas del mencionado edificio reflejan la escuálida situación en que se mantiene al agro manabita, resumida en un “sálvese quien pueda”. Corresponde a los gremios de productores y profesionales, conjuntamente con universidades y otras organizaciones cívicas y sociales, elevar su reclamo con la finalidad de reivindicar a los productores manabitas.