Populismo a la vista
En la carrera que se avecina para ocupar el cargo de la presidencia en Carondelet, hay cerca de una veintena de precandidatos listos para el pistoletazo de salida. Al igual que en un supermercado, el votante ecuatoriano puede coger el carrito de la compra e ir analizando en detalle cada una de las propuestas, pudiendo encontrar desde los mismos productos de siempre hasta artículos totalmente nuevos en el mercado. Esta amplia variedad de candidatos provoca pensar que el país se encuentra en su mejor etapa, que no existe ni crisis sanitaria por el coronavirus, ni crisis económica por la falta de liquidez en las arcas del Estado, ni de credibilidad en las instituciones públicas por los casos de corrupción. Pareciera que el futuro que nos espera es tan próspero que con independencia de las acciones políticas que se toman al corto plazo, el bienestar en el largo plazo estuviera garantizado. Sin embargo, para desgracia de los 17 millones de ecuatorianos, la realidad es muy diferente. Los candidatos deben ser conocedores, más que muchos, de las circunstancias en las que se encontrarán al país en caso de ser elegidos. Entonces, ¿por qué, a sabiendas del aspecto grave y enfermizo del Estado ecuatoriano, hay tantas personas con deseos de tomar las riendas del futuro de la República? Aparentemente porque todos los precandidatos se ven en la capacidad de revertir la situación actual de Ecuador. Este ancho abanico de postulantes, poco común en países en donde la democracia se encuentra mejor integrada en sus sistemas políticos, produce un fraccionamiento y dispersión en las urnas. Más aún, ante la ausencia de líderes y movimientos políticos consolidados. Todo apunta a que como mínimo serán diez los candidatos que postulen a la presidencia. Por lo que siendo realistas, el votante medio no se dedicará a leer más de diez diferentes propuestas de gobierno. Consecuentemente, los aspirantes son conscientes de que su mensaje debe ser lo más atractivo posible, con el objetivo de diferenciarse del resto. Lo que tienta, una vez más, a que se lleven a cabo campañas políticas y propuestas de gobierno populistas. Falta poco para empezar a escuchar la pugna de quién puede crear más empleos en los cuatro años de mandato, o de quién acabará con la corrupción en menos tiempo. Un baño de realidad es necesario para entender que la crisis que se vive actualmente no se podrá superar en un solo período de gobierno. Si se pretende dar un futuro a las siguientes generaciones, es de vital importancia que los resultados en las urnas reflejen la victoria de un proyecto de país y no de una campaña política.