El Diario (Ecuador)

¡Ha nacido un himno!

- FARADAY FLORES DE LA TORRE faradayflo­res@hotmail.com

Manabí entero, y particular­mente Portoviejo, ha sido cuna de grandes talentos musicales, tanto de compositor­es, intérprete­s, músicos, arreglista­s, etc. Las nuevas generacion­es han sabido llevar sobre sus hombros este legado y no han decepciona­do. Días atrás, hemos sido testigos históricos del nacimiento de una obra musical que, indudablem­ente, se convertirá en un nuevo himno para las y los portovejen­ses. Me refiero a la canción “La Tierra Mía”. Puedo estar equivocado y el hecho de vivir fuera de mi ciudad puede que me vuelva más sensible. Pero he escuchado una y otra vez la canción para reconocer en su letra y sus acordes la historia de nuestra ciudad, su gente, sus valores y la imagen viva de lo que es Portoviejo. He visto dos partes bien diferencia­das en esta canción. En la primer parte, el ritmo estilizado, lento y sensual, nos trae a la memoria el recuerdo del paso por nuestra ciudad de grandes orquestas como Los Melódicos y Billos Caracas Boys de Venezuela, entre otras; con un añadido de pequeñas pausas, que nos dejan en suspenso, esperando en qué momento empiece a cantar el intérprete. Pausa y suspenso que se rompe cuando se pronuncia la palabra más bonita de la canción, Portoviejo. Esta parte de la canción también refleja, en su ritmo, la serenidad, la paciencia, la cordura y el aplomo de nuestra gente, caracterís­ticas heredadas de nuestros mayores y que hemos sabido conservar. La segunda parte de la canción nos transporta directamen­te a los ritmos más contemporá­neos caribeños, una mezcla de salsa tradiciona­l con un toque de cumbia que en la ciudad, jóvenes y mayores, hemos asumido como nuestros. Bastaron solo 15 segundos para, con una descarga de timbales y trombones, plasmar en sonidos la fuerza, la pujanza, la rebeldía de nuestro pueblo y nuestra gente. La letra en esta segunda parte es un canto al futuro, recoge tanto eslóganes como declaracio­nes de fidelidad; expresa nuestra satisfacci­ón por ser portovejen­ses, así como el deseo de no alejarnos de nuestra ciudad. Otro gran acierto ha sido la elección de las voces que interpreta­n la canción. Nuestros mayores, nuestros ancestros, están claramente identifica­dos en la voz madura, serena y segura de Marco Bermúdez. La dulzura, la ternura y la belleza de nuestras mujeres, en la voz de Claudia Oñate. Y las nuevas generacion­es, con todo su vigor, con toda su fuerza, visionando un futuro prometedor, perfectame­nte identifica­do en la voz de Danny Coveña. No puedo terminar este comentario sin antes nombrar al gran maestro Venancio Larrea, artífice de esta obra de arte, que junto a su hermano Mariano Larrea han tenido el acierto de conjugar todos los elementos que han permitido concluir en esto, nuestro himno.

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