JOSÉ TORO GARCÍA
ella estaba asentándose. Crecieron juntos y en forma amistosa, sin disputar el territorio ya que había suficiente espacio para ambos. Las largas espinas de la Veranera apenas lo rozaron y sus ramas suavemente acariciaron al Ceibo. Ella le obsequió sus flores y él complacido le extendió sus retorcidos pero delicados brazos, para que subiera hasta su copa y mirar desde lo alto el “valle florido de arrabales lindos” y con sus vivos colores colocarle una “corona triunfal” a las colinas de la ciudad de don Vicente Amador Flor. El espectáculo visual que ofrece la simbiosis romántica de estos dos reyes de nuestras lomas se observa más vivo, porque es la época en la que sus vecinos vegetales languidecen y se desfolian, mientras que flores y lana se unen para alegrar el otrora paisaje gris que en los meses de verano mostraban nuestras colinas. Que este sea el espectáculo de colores que en pocos años muestren las murallas de Portoviejo.
Anhelamos que el trabajo de siembra y mantenimiento de miles de veraneras que ya fue empezado por nuestra Municipalidad siga con intensidad, hasta lograr que una amplia banda de estas plantas descienda de las colinas que circundan Portoviejo y que, además de embellecerlas, contribuirían a reducir la erosión causada por las lluvias y el viento, y como refugio de abejas y otras formas de vida animal.