EL COVID-19 ESCONDIÓ LA DESTRUCCIÓN
PLANETA. PASARON DESAPERCIBIDOS INCENDIOS, SEQUÍAS Y HURACANES.
La pandemia ofreció un falso alivio al planeta, pero América ha sufrido sus peores incendios, sequías y huracanes.
El continente con mayor diversidad del mundo se deteriora entre la inacción de algunos Gobiernos, el negacionismo de otros y la fuerza irremediable de un cambio climático acelerado por la acción humana. Este 2020 pasará a la historia como el año del SARSCOV-2, pero también como el de la temporada récord de huracanes en el Atlántico, la peor sequía en Suramérica de las últimas décadas y los incendios devastadores en dos de las mayores reservas naturales del mundo: la Amazonía y el Pantanal.
Las llamas también se volvieron a cebar con el oeste de Estados Unidos y otros puntos de la Tierra, como Australia, Siberia y los bosques tropicales de Indonesia.
El COVID-19 escondió, en parte, estas catástrofes medioambientales. “Seguimos en una tendencia de aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero y estamos observando las consecuencias de ello con una mayor frecuencia de eventos climáticos”, explicó Paulo Artaxo, miembro del equipo del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) que recibió el Nobel de la Paz en el 2007.
INCENDIOS. En el último año ha ardido más y más superficie de selva ha sido derribada, pero el impacto mediático internacional fue menor.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE) de Brasil, en lo que va del año los satélites han detec
tado 101.998 incendios en la Amazonía brasileña, un 14,3% más que todos los registrados en el 2019, cuando las imágenes de los frentes de fuego causaron una conmoción internacional. La inmensa mayoría de estos incendios son provocados por el ser humano. Sólo en el último año la deforestación en la Amazonía brasileña aumentó un 9,5% y afectó 11.088 kilómetros cuadrados, la cifra más alta desde el 2008. Es como si se talaran 4.340 canchas de fútbol al día. El fuego cada vez más presente en la Amazonía también altera el régimen de precipitaciones del resto de Suramérica, pues el humo y las cenizas ‘secan’ las nubes de lluvia que, a través de los denominados ríos voladores, masas de aire cargadas de vapor de agua que vienen del Atlántico, riegan el sur del continente.
Ese es solo uno de los factores que explica que el Pantanal, el mayor humedal del planeta y que Brasil comparte con Bolivia y Paraguay, haya sufrido este año la peor sequía del último medio siglo y los peores incendios desde que se tienen registros.
En otro tema, el calentamiento de las aguas de los océanos juega un papel fundamental y favorece la formación de tormentas tropicales más violentas. La temporada de huracanes de este año en el Atlántico ha sido extremadamente feroz y ha establecido un nuevo récord al sumar 30 ciclones con denominación.
Trece se convirtieron en huracanes.
Como ya ocurrió en el 2005, hubo que recurrir al alfabeto griego una vez agotados la lista de 21 nombres programados, de tantos eventos naturales.