Por una promisoria democracia
Hasta ahora, con defectos y virtudes, la democracia es una de las formas de gobierno que mejor se alinea a nuestras necesidades. Como herramienta política para que el pueblo tenga su soberanía, garantice sus derechos y controle a sus gobiernos, debe estar constantemente supervisada en sus efectos, mejorando sus aciertos y corrigiendo sus errores. En aquello los ecuatorianos hemos incumplido durante décadas, al permitir que, en el ejercicio de la democracia, grupos de poder se apropien de ella y sean injustos y abusivos contra las libertades ciudadanas, escudados en supuestas doctrinas y tendencias políticas,. “La injusticia en cualquier parte es una amenaza a la justicia en todas partes”. Martín Luther King, en su “Carta desde la cárcel de Birmingham”. El imperio de la llamada partidocracia ha permitido que esta maneje a su antojo, entre otras, las actividades electorales, para con ese poder intimidar o manejar gobiernos y sociedades. Es como un monstruo de muchas cabezas dispuestas a devorarse entre ellas. Los resultados no han sido más que el estatismo del progreso nacional, por lo cerrado de los grupos mandantes, con líderes que imponen sus propias reglas al apropiarse de las entidades partidistas, cerrando oportunidades de crecimiento a sus seguidores. Esa vieja práctica política ha creado abstinencia y rechazo a todo aquello que huela a caciquismo, alejando de la contienda electoral a capaces ciudadanos que pudieran servir a su nación en el ejercicio de una política sana y creadora de oportunidades. Es que con el deterioro de los valores humanos, la sociedad está entrando en una espiral degradante. Y asusta el nivel de descomposición al que se ha llegado, por la forma acelerada que se pierden los principios morales e intelectuales, siendo la vergüenza uno de estos sentimientos cada vez menos notorio en el accionar de los hombres y sus objetivos. Su ausencia es tremendamente perjudicial al crecimiento ético y humano de las poblaciones, porque contribuye a la proliferación de la inmoralidad, del desorden, de la corrupción y más deyecciones del mal. Por eso es que hay que concretar un cambio efectivo para el aprovechamiento íntegro del derecho de los ciudadanos a vivir en democracia. Si son necesarios los partidos políticos en la democracia, es obligatorio que esta sea respetada por los políticos. Y desde Manabí debemos empezar a sentar cambios de mentalidad a partir de ahora, para delinear un 2021 promisorio basado en la experiencia, para construir nuevas bases con gente propia. Y sobrevivir con más esperanzas y anhelos las pruebas que impone la vida.