El Diario (Ecuador)

CERRARON EL ACCESO A LA PLAYA AL CUMPLIRSE EL AFORO

- Gmero@eldiario.ec

Como si fuera feriado, cientos de personas llegaron ayer hasta el balneario La Boca de la parroquia Crucita, y se cumplió con el 25% del aforo permitido. Debido a esto, agentes civiles de tránsito de Portovial, junto a miembros de la Policía Nacional, tuvieron que cerrar el acceso a la playa desde las 15h30, en el sector La Sequita. A algunas familias les cayó de sorpresa no poder acceder a la playa y debieron buscar otros balnearios. Fue el caso de Rafael Macías, quien dijo que junto a un pequeño grupo de amigos tuvieron que ir a la playa de San Clemente. El acceso con el 25% del aforo en la playa de Crucita, es una de las disposicio­nes del COE Cantonal para evitar la propagació­n del coronaviru­s.

Hasta ayer, Portoviejo contabiliz­aba 5.297 casos.

El intenso sabor de las vísceras del cerdo, mezcladas con arroz y cocinadas en horno de leña, crea este manjar.

Se trata de las morcillas, una de las coronas de la gastronomí­a manabita que se convirtió en un sello inequívoco de la parroquia Calderón.

Cada fin de semana llegan felices comensales a disfrutar del también conocido como “sushi criollo” que, complement­ado con plátano asado y humeante, es considerad­o una intensa delicia.

El sabor de la morcilla no solo que ha conquistad­o a los locales, sino que ha “seducido” a exigentes paladares en el mundo.

En su cautivante sabor cayó el famoso chef alemán Walter Staib, uno de los más reconocido­s en el mundo, quien en febrero del 2020 llegó por estos lares atraído por las versiones inverosími­les de un platillo feo pero rico.

DEGUSTAN. El chef y su equipo del programa internacio­nal de gastronomí­a “A taste of history” (Sabor de la historia), probaron primero por pedacitos y se quedaron sin palabras, recuerda Juan Farías, habitante de la parroquia Calderón, quien ha gestionado para fortalecer este sello gastronómi­co que ahora los identifica.

Farías recordó que en honor a este producto ya se han realizado cuatro festivales y cada uno ha sido más exitoso que el otro. Manuel Álava es un heredero de esta tradición. Es dueño del local denominado Salchicher­ía Casa Don Rigo, que tiene una historia con la morcilla que data de 1940, cuando su abuelo empezó con la preparació­n en una humilde casa de caña, cerca del río. Hasta ahí llegaban los vecinos a disfrutar de las “rellenas” de arroz o de plátano y también del caldo de manguera, que es un potaje caliente donde van el hígado, pulmón y corazón del cerdo. Quienes lo consumen le atribuyen muchas propiedade­s, sobre todo para curar resfriados y recuperar el vigor, aseguran.

LAS CLAVES. En Calderón, son más de 10 familias las que viven directamen­te de este negocio, destacó Jorge Guambo, vicepresid­ente del Gobierno Parroquial, quien agregó que para lograr la fama con la morcilla han existi

FAMILIAS

VIVEN DE ESTA ACTIVIDAD. UNOS ATENDIENDO A LOS COMENSALES Y OTROS CON PROVISIÓN.

do dos elementos: uno es su inconfundi­ble sabor, y el otro es la constancia en la atención, que siempre hay en las cocinas cuando alguien llega de otras localidade­s.

Señaló que arriban comensales de Guayaquil, Quito y de ciudades tan lejanas como Cuenca. Indicó que en ocasiones le piden morcilla para enviar a España y Estados Unidos, donde hay calderonen­ses que añoran el sabor de platillos de su tierra.

Así, poco a poco se ha ido forjando en la morcilla de Calderón un símbolo de identidad para la parroquia, que también se proyecta en beneficio de todo el cantón Portoviejo. Es parte de una ya comprobada tradición gastronómi­ca.

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FOTO: EL DIARIO Manuel Álava prepara morcillas cada semana en su local “Casa Don Rigo”, en Calderón.
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Hasta la playa de La Boca llegaron decenas de vehículos particular­es. (Foto cortesía municipio)

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