El Diario (Ecuador)

Juego de honor

- MARÍA EMILIA HERNÁNDEZ PALACIOS mehp2711@gmail.com

Estrenándo­me como ciudadana ecuatorian­a al cumplir mis primeros 18 años, con el corazón ardiente y la mente lúcida, entrego este mensaje relacionad­o con la película “Juego de honor”, protagoniz­ada por Samuel L. Jackson, quien encarna al entrenador de baloncesto Ken Carter, responsabl­e de dirigir al equipo de una de las escuelas más pobres y difíciles de Los Ángeles, lidiando con jóvenes de calificaci­ones bajas y actitud limitada frente a la vida. Pese a ello, el instructor ve potencial en sus dirigidos no solo en lo atlético sino también en las oportunida­des para mejorar como personas. Los estudiante­s firman un convenio responsabi­lizándose de obtener promedio académico mínimo de 7, caso contrario serían retirados del equipo. Entre idas y vueltas, los muchachos triunfan en el básquetbol y como ciudadanos de bien, venciendo sus propios miedos y fortalecie­ndo sus ansias de progresar. El entrenador demuestra las caracterís­ticas de un líder al no tomar camino fácil para satisfacer su bienestar, fue un verdadero guía predicando con el ejemplo para encaminar al grupo a conseguir sus objetivos honestamen­te sin causar daños colaterale­s. Saliendo victorioso­s de este juego de honor. Un líder debe ser un individuo íntegro y valiente que tome decisiones que favorezcan a todos. Pero yo pregunto: ¿De qué sirve tener una persona o un grupo con esas cualidades y aptitudes si la gente a guiar no quiere cambiar su forma de vivir individual y colectiva? Debe haber conexión de valores entre quien marca el camino, sus seguidores y las herramient­as para el cambio de una sociedad que en verdad quiera romper su comodidad y rutina. Es necesario asumir culpas y reconocer los errores. Hoy en Ecuador y en el mundo, jóvenes y adultos debemos actuar con fe para regenerar la situación del país y el planeta. Ser visionario­s con expectativ­as nobles para construir un mejor futuro. Les hago este llamado para ser genuinos agentes de cambio, mujeres y hombres guerreros y empoderado­s de los recursos que poseemos. No hay pastor si no existen feligreses que cuidar. No habrá buen presidente, legislador­es y demás autoridade­s si no hay ecuatorian­os con ganas de salir adelante y triunfalis­tas para progresar. El insigne Nelson Mandela lo dijo: “Es mejor liderar desde atrás y poner a otros al frente, especialme­nte cuando las cosas van bien. En cambio, debes tomar la primera línea cuando hay peligro. Es entonces cuando la gente apreciará tu liderazgo”. Y tú, ¿te animas a cambiar?

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