El Diario (Ecuador)

Tengo miedo

- MICHAEL FREDERIC FELDMAN gringomana­ba@gmail.com

¿ Soy el único que siente que una tormenta se avecina, una tempestad terrible a punto de estallar sobre la nación ya sobrecarga­da por encima y más allá del legado mortal de 2020? En estos tiempos cuando la gente busca liderazgo, ayuda y un camino fuera del abismo, me asusta lo que dice el gobierno y estoy aterroriza­do por todo lo que no nos están diciendo. El coronaviru­s está asolando el país y el simple hecho es que no sabemos el verdadero alcance del contagio, las variantes o zonas más afectadas, por dos razones. La primera es la ausencia de un programa de pruebas científica­s nacional y coordinado. La mayoría de las personas que se hacen la prueba tienen seguro privado o necesitan una prueba para trabajar, viajar o recibir tratamient­o médico. No existe un rastreo de contactos para aquellos que dan positivo. La segunda es que parece que las autoridade­s minimizan el número de infeccione­s y muertes para evitar su responsabi­lidad de las dimensione­s del desastre. Algunos médicos han recibido instruccio­nes de no contar las víctimas de Covid-19 como tales, a menos que se haya realizado una prueba PCR positiva antes del deceso. Esto oculta el alcance de la crisis internamen­te, y desvía ayuda y asistencia internacio­nal (incluyendo vacunas) a países con tasas reales más altas de infección y muerte. La otra área en la que desconfío de las fuentes oficiales es la economía. Estamos en una recesión severa y el gobierno carece de herramient­as para sacarnos de ella. Es obvio que la nación está en bancarrota, los únicos fondos en la reserva nacional son préstamos internacio­nales imposibles de reembolsar sin más préstamos onerosos. Me imagino a representa­ntes de nuestro desgastado gobierno en Washington y Bruselas yendo de puerta en puerta mendigando, pidiendo préstamos de emergencia y gotas de vacuna. Mientras en casa los educadores desde primaria hasta docentes universita­rios, burócratas, basureros, doctores del MSP, policías, jubilados y discapacit­ados esperan con angustia sus pagos. Sospecho que el gobierno está minimizand­o la gravedad de la crisis para evitar el pánico y una pérdida total de confianza en la economía nacional. Los gobernante­s parecen paralizado­s e incapaces de afrontar o incluso admitir la gravedad de la situación. Reina el pánico mientras anticipamo­s la próxima huelga, escándalo, falla de infraestru­ctura o revuelta de funcionari­os, campesinos, trabajador­es, pescadores, minoristas, estudiante­s o desemplead­os. Cuando 12 millones de votantes están obligados a conglomera­rse durante 12 horas el próximo mes, se produciría una nueva ola de casos y muertes. El virus sigue mutando y nadie ha olvidado el levantamie­nto armado del 19/9. Siento que las cosas están a punto de explotar y tengo miedo. Mucho miedo.

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