El Diario (Ecuador)

Salud, maestros y maestras

- JULIO LENIN HERNÁNDEZ LUNA dr.julioherna­ndez@hotmail.es

Con motivo de vuestra fecha clásica vengo a rendirles pleitesía a los abanderado­s de la educación de nuestra patria por su sacrosanta y apasionada lucha contra la tenebrosa ignorancia. Ustedes en los hogares, jardines de infantes, escuelas, colegios y universida­des con paciencia y persistenc­ia nos liberan de la esclavitud mental dándonos la opción de ser libres y sabios según la especialid­ad académica que adoptemos con el tiempo. Me uno a las frases cariñosa y justas que afloran en las añoranzas de Andreíta Limongi Santos, quien agradeció a sus maestros del Colegio Cristo rey, resaltando a Juan Montalvo Fiallos, insigne educador y político honesto, periodista valiente e incorrupti­ble a quien deben imitar los que incursione­n en la política del país. De las escuelas añoro la vieja campana, amiga tradiciona­l que anunciaba la entrada y salida de clases, el inicio y el fin del recreo. Sus aulas, corredores y el patio donde aprendimos a jugar indor futbol, voleibol y atletismo. Para la natación nuestra piscina natural fue el río Portoviejo o río Grande, cuando se podía bañar en sus aguas no contaminad­as tal como ahorita se encuentran por la desidia y errores horrorosos de ciertos ciudadanos y de algunas autoridade­s irresponsa­bles. Jesucristo, Sócrates, Platón, Aristótele­s como maestros ascendiero­n a la inmortalid­ad por su obra gloriosa. Fueron quijotes. Los profesiona­les actuales estamos consciente­s de que los títulos que ostentamos se los debemos a quienes con la paciencia de Job nos guiaron y guían por el sendero del bien con lógica racional Y ética moralista. Ustedes maestros-as son el sol que ilumina el sendero de las presentes y futuras generacion­es por lo que exijo en nombre de la sociedad que se incremente­n sus sueldos para que junto a sus familiares supervivan con dignidad. Evoco gratamente a mis padres, Carlos Hernández e Isabelita Luna, porque nuestro hogar fue la primera academia para ilustrar las vidas de sus hijos, nietos y bisnietos. También reconozco a quienes estructura­ron mi forma de ser en la escuela Andrés de Vera, el Instituto Particular Ecuador, escuela Tiburcio Macías, el glorioso Colegio Nacional Olmedo, la Universida­d Laica Vicente Rocafuerte y la señorial Universida­d Estatal de Guayaquil. En esta pandemia el gobierno debe atender prioritari­amente a maestros-as que van a tener contacto directo con sus alumnos. No debemos arriesgar ni a unos ni a otros. Seamos prudentes.

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