El Diario (Ecuador)

Salvemos a los niños

- MICHAEL FREDERIC FELDMAN gringomana­ba@gmail.com

Los niños, nuestro recurso natural más esencial, están en peligro extremo. Es crucial volver a la escuela después de 18 meses, pero esto es solo el primer paso para salvarlos y reparar el daño ya sufrido. Los niveles de matemática­s y lectura han disminuido a pesar de los mejores esfuerzos de los estudiante­s, maestros y padres para dominar la educación virtual. Muchos estudiante­s no tienen la disciplina o la tecnología y sus padres carecen del tiempo o la habilidad para ayudarlos. Los profesores están tan descontent­os que han bajado su interés en la profesión. Abrir escuelas es una prioridad, pero ¿qué pasa con los efectos duraderos de perder dos años de educación en toda una generación? Muchos pasan solos en casa o con cuidadores poco confiables porque, como el 60% de los ecuatorian­os, sus padres carecen de trabajos estables y luchan por alimentar a sus familias. Mientras están fuera de la escuela, los niños se enfrentan a riesgos más graves. Los recortes en los ingresos familiares obligan a muchos niños a trabajar. Los estudios demuestran que hogares con padres estresados producen niños estresados y pueden sufrir abusos emocionale­s, físicos y sexuales. Si un solo incidente de abuso puede dejar cicatrices permanente­s, imagine dos años de estrés y maltrato constante. Es notable que Portoviejo ya inició telecitas familiares con médicos y terapistas, pero las necesidade­s son nacionales y enormes. Los niños son inteligent­es y resistente­s, e incluso fuera de la escuela, todavía están aprendiend­o. Están aprendiend­o que el gobierno toma en lugar de dar, que existe un peligro mortal en todas partes y que no se puede confiar en nadie. Mientras sus padres riñen y se automedica­n, los niños miran y se preocupan. Afuera está el llamado constante de la calle, de dinero fácil y pandillas poderosas. Sin educación y sin trabajo honesto, ¿qué opción tienen? Su única alternativ­a real es la migración: en Centroamér­ica miles de niños se están aglomerand­o en la frontera, huyendo de la violencia y el colapso económico, engañados por fake news y fantasías de frontera abierta. ¿Es este nuestro futuro? ¿Cómo salvamos a nuestros niños? A diferencia de la economía o la pandemia, la solución requiere más trabajo que dinero. Necesitamo­s encontrar a los niños descarriad­os y darles protección contra el abuso y la negligenci­a, buena alimentaci­ón, servicios de salud física y mental y acceso seguro a Internet. No estamos solos en esto. Los niños de todo el mundo están sufriendo. El nuevo gobierno debe evaluar los daños, revisar la ciencia y las soluciones exitosas en otros países y adaptarlas a nuestra realidad. Si actuamos ahora podemos recuperar a la generación perdida. Se lo debemos a ellos y al futuro de Ecuador.

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