Los pasos de un gigante
Se trata de Enrique Delgado Coppiano, un ilustre personaje de excelencia como muy pocos han habido en la historia de Manabí. A través de sus diversas funciones, supo representar con honor y lealtad el rol asumido en procura de contribuir a un desarrollo sostenido por la provincia y el país. En el 2013, tuve la oportunidad de conocerle e invitarle a una charla sobre la estructura de la columna de opinión, campo y género periodístico en que se desempeñaba a través de las páginas editoriales de El Diario, en procura de fortalecer el conocimiento y las experticias de mis estudiantes de la carrera de Periodismo de la Facco, Uleam. Su mensaje al estudiantado fue tan categórico que nos hizo recordar a Platón en sus diálogos con Sócrates cuando les invitaba a vivir bien con sabiduría y justicia. Pues sí, Enrique Delgado fue un manabita de virtualidades y estirpe chonense, un perseverante luchador de todas las causas, desde las diversas funciones públicas en las que se desempeñó. Desde muy pequeño fue influenciado por sus padres, de joven ejerció la militancia en la doctrina del liberalismo y el desarrollo del pensamiento filosófico a través de su accionar humano y profesional. Cómo no recordar su paso por el Concejo Municipal y la Cámara de Comercio de Chone, consejero y prefecto provincial, miembro del directorio que planificó la construcción de la represa Poza Honda, educación, electrificación, vialidad, producción agropecuaria, desarrollo industrial, portuario, pesquero, diputado nacional, ministro de Agricultura y Ganadería en la presidencia del doctor Rodrigo Borja Cevallos; Corpecuador Manabí, autor de libros educativos, impulsor de creación de la Uleam en Chone, Doctor Honoris Causa, mención dada por un grande de la educación superior de Manabí, como lo es Medardo Mora Solórzano en el 2011. Grandes hombres inspiraron la vida y vocación de Enrique Alfaro Delgado Coppiano, con la característica y la mística de ser sencillo y erudito con un conocimiento universal y predisposición para ayudar a los demás sin esperar nada a cambio, enseñanzas que compartió hasta su muerte junto a su familia y amigos más cercanos, pensamiento y corriente cognitiva que se observaron siempre en sus escritos en las columnas de opinión que escribía sobre las diversas temáticas de Manabí. La vida humana y profesional de Enrique Delgado Coppiano fue evidente, igual a los pasos de un gigante, similar a la del filósofo Sócrates, acompañado de un discurso filosófico, un ejemplo de responsabilidad cívica y exigencia moral.