El progreso de la parroquia Simón Bolívar
Se debe en gran medida y, sin temor a equivocarme, al encauzamiento de Monte Santo o Galápagos, que se encuentra a más de 6 kilómetros de lo que hoy es El Florón y que, en épocas lluviosas ocasionaba grandes estragos a todos los sectores de tránsito, causando inundaciones, caída de casas modestas, las cuales sus habitantes se veían en la obligación de abandonar. Estas aguas llegaban hasta el colegio Uruguay, ciudadela Mutualista Manabí, Puerto Real, ciudadela Vélez y un sinnúmero de sectores circundantes altamente poblados.
Para el año 1988, quien escribe este artículo, siendo vicealcalde del Concejo Cantonal de Portoviejo, aprovechando la coyuntura política, sumada a la gran amistad que tenía con el ingeniero Raúl Baca Carbo, exministro de Bienestar Social, en su despacho me concedió una audiencia, donde le propuse, que nos ayudara a solucionar los gravísimos problemas de inundaciones, que atravesaba nuestra querida capital manabita, Portoviejo; entre ellos, el desbordamiento de las quebradas de San Pablo, Río de Oro, Alajuela, y, el Monte Santo; a lo cual, el ministro me preguntó a cuánto ascendían esos estudios preliminares o de prefactibilidad. Le indiqué que el proyecto definitivo de contratación tenía un valor de 49 millones de sucres, moneda que estaba vigente en esos tiempos. El ministro, acogió inmediatamente dicho pedido y el 18 de octubre de 1989 se suscribió dicho contrato, para los estudios definitivos de estas importantes obras prioritarias.
En la administración del alcalde Dr. Humberto Guillén Murillo, se contrató dicha obra con el Ing. Ramón Muñoz Moreira, por aproximadamente 10 millones de dólares; con una duración de 12 meses.
El trabajo fue entregado a satisfacción de toda una población, que hoy vive a plenitud de confianza, seguridad, y con un bienestar de progreso para todo este inmenso sector que se encamina actualmente a mejores días, teniendo edificaciones adyacentes como el ECU 911, el Hospital de Especialidades, el CAC (Centro de Atención Ciudadana), centros comerciales, farmacias, unidades educativas como la Francisco Pacheco y el Velasco Ibarra, además de varios lugares gastronómicos y de alternativas de vivienda, que actualmente se están convirtiendo en íconos latentes de esta próspera parroquia de la capital de los portovejenses.