Periodismo: apasionante labor de servicio
Celebrado el Día del Periodista Ecuatoriano, vale la oportunidad para reflexionar cómo hacemos periodismo en momentos que el país, América y el mundo están pasando un proceso de amenazas naturales y cambios sociales. En lo que corresponde al nuestro, meditar profundamente el papel que desempeñamos los comunicadores frente a las duras arremetidas causadas por la seguidilla de crisis: económica, política, de seguridad, educativa, cultural y - la más grave - la de la irresponsabilidad ciudadana, que mantienen herida a la sociedad. No se trata de direccionar el pensamiento de nadie. Sí de un acto de contrición sobre la forma de desempeñar el apasionado y cada vez más arriesgado ejercicio del periodismo, debilitado peligrosamente en su credibilidad. Ratificar con ética, honestidad y solvencia profesional nuestro deber de agentes investigadores de las mentiras, de divulgadores natos de la corrupción, de escudriñadores de desaciertos, así como informantes de los aciertos. No bajar lanzas ni volvernos voceros de la intolerancia, porque sería entregarnos al autoritarismo y fortificar el despotismo. Porque el periodismo no tiene gobierno ni administrador más que su pensamiento libre y solidario con la justicia, la verdad, las leyes, la caridad, la honradez, la realidad y la razón, manejándoselo con la humildad y la responsabilidad como sus principales fuentes. Recordar que el periodismo no es una profesión para hacer privilegiados, que el periodista no es fiscal para acusar ni juez para sentenciar a nadie, ni carcelario para enclaustrar honras, mucho menos verdugo para ejecutar dignidades. Que el periodista está para horadar donde se percibe entuertos, para denunciarlos y que intervengan quienes deben enderezarlos. Como tampoco está para amasar riquezas personales ni notoriedades, no más que aquellas que nos brindan las grandes satisfacciones que generan el cumplimiento del deber. Que el periodista está para servir a través de su profesión, no para servirse de ella. Cuidar de criticar la paja en el ojo ajeno cuando se tiene una en el propio. No caer en la petulancia, la soberbia, la vanidad, el egoísmo y la dictadura del medio que suele dejar indefenso a quien tiene derecho a la réplica cuando se sienta ofendido. Mucho menos anexarse a la fatuidad, porque, como dijo el escritor español Pío Baroja: “Cuando el hombre se mira mucho a sí mismo, llega a no saber cuál es su cara y cuál es su careta”. En fin, meditar que el periodista es el servidor del pueblo en la defensa de sus libertades y el periodismo, el camino hacia la obtención de esos inalienables derechos. Salud, compañeros.