Lavar esa vergüenza
En algún momento Portoviejo fue dínamo provincial en el comercio. La zona del desaparecido edificio del centro comercial municipal imponía el ritmo de las actividades que irradiaba hacia la periferia de la ciudad. Pero esa actividad fue decayendo por una confundida interpretación de modernismo, recibiendo la estocada mayor con el terremoto de abril de 2016. Y por consejo de los expertos, se debió derrocar el edificio ícono de la ciudad. Hay quienes dicen que fue una exageración técnica; otros la señalan como conveniencia del negocio del momento: tumbar lo que más se pudiera. Lo cierto es que, en este caso, los kilos de explosivo utilizados para su implosión sirvieron para desaparecer ese distintivo de la capital manabita, dejando un amplio espacio como monumento al abandono. Y toda el área se vistió de negro luto, asentándose en ella la tragedia, la impotencia, el silencio y la inseguridad, pues el tradicional bullicio febril y dinámico quedó enterrado bajo la lápida en la que reza aún la tétrica leyenda: “zona cero”. En tres meses más se cumplirán seis años de tan fatídico golpe al corazón de manabitas y esmeraldeños, de aquel infausto terremoto que enlutara a la patria. Sin embargo, a pesar del tiempo pasado y de los miles de millones recaudados, el dolor continúa en el alma de todos, y mucho más en quienes el despilfarro y el latrocinio los mantienen aún esperando la ayuda prometida. Solo es de conversar con los habitantes, propietarios y comerciantes de la zona cero. Muchos de ellos estoicamente sobreviviendo de la esperanza de ver una regeneración integral del área, pero castigados por la desesperanza que les causa la indiferencia, el engaño y el abandono oficial en todos estos años. Por eso, iniciada su carrera final, la administración municipal debería recobrar los valores perdidos al haber permitido que, durante todos estos años, el centro de la capital manabita se encuentre inmerso en estado de vergüenza. Se tacha de ser una estrategia del mandante mayor dominante, para cambiar la historia y llevar la febril actividad comercial al sentenciado aeropuerto Reales Tamarindos. Una nueva ilusión de pensar en grande, con riesgos como los que están surgiendo alrededor de los mercados de Calderón y la recientemente inaugurada Plaza Central de Portoviejo. El estado de propaganda no ha logrado posicionar estas dos grandes obras en la población. Toca, pues, unir esfuerzos para recuperar el movimiento en la zona cero de Portoviejo, rescatando la dignidad y la razón. “Tu actitud, no tu aptitud, será la que te señale tu altitud”: Hilary Hinton Ziglar, escritor estadounidense.