Antropocentrismo, ecocentrismo, espiritualidad
¿ Ya les he contado que amo los animales? Si no lo he hecho creo que se habrán dado cuenta, porque escribo mucho sobre ellos, los amo, cuido, protejo y apoyo cualquier iniciativa que tenga que ver con la naturaleza. El domingo pasado estaba caminando por la orilla del Tomebamba en Cuenca, junto a mi perrita que, por cierto, es adoptada y me encontré un colibrí que tenía un ala golpeada, llevé al ave enseguida al veterinario y por fortuna se recuperó con tratamiento médico y agua con azúcar, el martes la liberé en el mismo lugar donde la encontré. Ese mismo día también se posó en mi mano una mariquita –coccinélidoy horas más tarde un saltamontes verde, este no quería abandonar mi muñeca, a cada rato saltaba hacia mí, pero finalmente se cansó y se quedó en una rama. Esos encuentros para muchas personas serán irrelevantes y casuales, mas no para quienes nos alimentamos de la energía del bosque y encontramos sanación en éste. Al respecto quiero hablar de dos argumentos: uno desde la corriente filosófica y otro desde la espiritualidad. Si usted se divorcia mentalmente del pensamiento lógico o racionalismo occidental, comprensión que se nos ha impregnado desde infantes, dejará de percibir desde el sistema de valores que enseña que el humano es el dueño del planeta, es así que cuando se encuentre con un insecto, ave, perrito o cualquier animal no lo considerará inferior, antes bien le otorgará valor y dignidad per se; esto es el ecocentrismo, en donde la moral se extiende hacia los no humanos. Dentro del desarrollo sostenible, este asunto adquiere críticas y estudios como una necesidad ecológica y mucho más allá de ésta la protección de hábitats, fauna y flora por sus derechos propios para prevalecer con independencia de su utilidad en los fines de desarrollo de la especie humana. El otro argumento que, para mí, supera al ecocentrismo, es la consideración a otras formas de vida desde una perspectiva espiritual y energética, la esencia que todos llevamos dentro y a la que nos conectamos eventualmente, “…a Dios se le comprende mejor si se conoce Su obra suprema: la Naturaleza animada e inanimada. Toda criatura manifiesta algún aspecto de la inteligencia o el poder del Eterno”, escribió Manly P. Hall en Las Enseñanzas Secretas de Todos los Tiempos, de allí la lección de que “como es arriba es abajo y viceversa”; entonces, si todo se complementa y se interconecta como enseñan los guardianes, yáchaks o chamanes, honraremos cada forma de vida y como explica Ted Andrews, antropólogo, derribaremos percepciones caducas y descubriremos que la creación mágica es la fuerza vital inherente a todo.