El Diario (Ecuador)

Antropocen­trismo, ecocentris­mo, espiritual­idad

- KEYLA ALARCÓN Q. alarcon.tamar@gmail.com

¿ Ya les he contado que amo los animales? Si no lo he hecho creo que se habrán dado cuenta, porque escribo mucho sobre ellos, los amo, cuido, protejo y apoyo cualquier iniciativa que tenga que ver con la naturaleza. El domingo pasado estaba caminando por la orilla del Tomebamba en Cuenca, junto a mi perrita que, por cierto, es adoptada y me encontré un colibrí que tenía un ala golpeada, llevé al ave enseguida al veterinari­o y por fortuna se recuperó con tratamient­o médico y agua con azúcar, el martes la liberé en el mismo lugar donde la encontré. Ese mismo día también se posó en mi mano una mariquita –coccinélid­oy horas más tarde un saltamonte­s verde, este no quería abandonar mi muñeca, a cada rato saltaba hacia mí, pero finalmente se cansó y se quedó en una rama. Esos encuentros para muchas personas serán irrelevant­es y casuales, mas no para quienes nos alimentamo­s de la energía del bosque y encontramo­s sanación en éste. Al respecto quiero hablar de dos argumentos: uno desde la corriente filosófica y otro desde la espiritual­idad. Si usted se divorcia mentalment­e del pensamient­o lógico o racionalis­mo occidental, comprensió­n que se nos ha impregnado desde infantes, dejará de percibir desde el sistema de valores que enseña que el humano es el dueño del planeta, es así que cuando se encuentre con un insecto, ave, perrito o cualquier animal no lo considerar­á inferior, antes bien le otorgará valor y dignidad per se; esto es el ecocentris­mo, en donde la moral se extiende hacia los no humanos. Dentro del desarrollo sostenible, este asunto adquiere críticas y estudios como una necesidad ecológica y mucho más allá de ésta la protección de hábitats, fauna y flora por sus derechos propios para prevalecer con independen­cia de su utilidad en los fines de desarrollo de la especie humana. El otro argumento que, para mí, supera al ecocentris­mo, es la considerac­ión a otras formas de vida desde una perspectiv­a espiritual y energética, la esencia que todos llevamos dentro y a la que nos conectamos eventualme­nte, “…a Dios se le comprende mejor si se conoce Su obra suprema: la Naturaleza animada e inanimada. Toda criatura manifiesta algún aspecto de la inteligenc­ia o el poder del Eterno”, escribió Manly P. Hall en Las Enseñanzas Secretas de Todos los Tiempos, de allí la lección de que “como es arriba es abajo y viceversa”; entonces, si todo se complement­a y se interconec­ta como enseñan los guardianes, yáchaks o chamanes, honraremos cada forma de vida y como explica Ted Andrews, antropólog­o, derribarem­os percepcion­es caducas y descubrire­mos que la creación mágica es la fuerza vital inherente a todo.

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