¿Impunidad y olvido?
Recibimos como herencia involuntaria las más funestas catástrofes inmorales y crisis social por parte de los actores políticos que llegan al poder para determinar el destino del bien anhelado. Es un círculo vicioso. Requerimos de confianza y juicio moral; pero se viola la Constitución, y no existen responsables de administrar justicia, la ley es la ley. Son cómplices y encubridores por la fuerza bruta, ejecutan los atropellos al Estado de Derecho para provecho personal en cada una de las instituciones públicas. En la sociedad civil, heredamos los males de la impunidad, sin descartar el cinismo, la mentira, el enriquecimiento ilícito, la corrupción, la violencia y el abuso de confianza. Con esta reflexión, no hay que perder de vista si queremos una sociedad de bienestar y paz social. Hay que erradicar la impunidad de raíz, no debemos permitirla. La reforma de la administración de justicia seguirá siendo un clamor de Ecuador. Estamos preocupados por los hechos violentos, robos, asesinatos y el sicariato a bajo costo. La impunidad se impone, cobra la vida de millones de personas, como la misma pandemia del covid-19. La corrupción en la reconstrucción de Manabí y Esmeraldas se inició con las demoliciones por las que se pagaban cifras astronómicas. Ahora, hablar de reconstrucción, después de 6 largos años, es una contradicción; en dos o tres años se debió reconstruir con cuatro mil millones de dólares. ¿Cómo se manejaron las ayudas? ¿El expresidente Correa metió mano a esos recursos? ¿La Ley de Solidaridad, para las zonas afectadas por el terremoto en diferentes cantones, ha funcionado? Con tanta corrupción, robos y crímenes, se vive con mucha tensión. La gente de a pie anda nerviosa, no puede circular tranquila por la ciudad ni en ninguna otra parte. ¿Debemos vivir encerrados? Esta situación atenta y afecta a la salud mental de todos, ya que el hombre es un ser social por naturaleza debe sentirse libre en sus actividades del vivir cotidiano. Se deben de aplicar medidas de seguridad ciudadana, con la ayuda inmediata de las fuerzas del orden. Los asambleístas, en vez de cuestionar a la presidenta de la Asamblea Nacional, deben dedicarse para lo que fueron elegidos, a fiscalizar y legislar para los ecuatorianos, no para actuar a intereses partidistas como el correísmo. Actos como estos deben ser sancionados, y no quedar en la impunidad y el olvido. ¿Será delito decir la verdad?