Otro ministro de Agricultura
Cuando salga a circulación este comentario, seguramente se habrá posesionado un nuevo secretario de Estado de Agricultura, que será también la Autoridad Agraria nacional, lo cual significa que es el tercero en menos de un año, incluyendo al último del régimen anterior, es decir con un promedio de duración de seis meses en el presente régimen, lo cual ratifica la denominación de ministros de ciclo corto, asimilando el concepto de los cultivos que se siembran y cosechan en menos de un año. Como es usual los agricultores esperan con expectativas que el elegido cumpla con los objetivos que se aplican en la noble actividad, se desconoce cuál será la política a cumplir, pues si nos atenemos a la que corresponde al plan de gobierno vigente, lo hecho hasta ahora no ha sido una demostración cabal de lo ofertado en la campaña electoral previa a su asunción. Lo que estamos claros es que desde el más alto nivel se ha expresado que no observará ninguna entrega de subsidios para facilitar la sustentabilidad agraria que iguale la falta de competitividad que caracteriza a algunos bienes agrícolas de exportación. El jefe de Estado ha dicho con error, que la producción bananera es un negocio de millonarios (es eminentemente social) que tuvieron condiciones favorables de mercado para compensar las crisis por razones exógenas como la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha provocado desórdenes en la logística de venta, obligando dirigir una buena proporción del 25% de la fruta que absorben esas dos naciones en conflicto hacia otras centros de consumo, creando en ellos una sobre oferta con caída irremediable de precios que perjudica preferentemente a los campesinos que la cultivan, llevando a la desocupación a miles de familias que directa e indirectamente dependen de ese negocio. Es evidente que lo fundamental para el éxito del ungido al cargo, es contar con el apoyo irrestricto del presidente de la República, que debería ser el primer promotor del desarrollo del sector, que carece de crédito rápido como exige la dinámica producción agropecuaria. Las líneas anunciadas no se reflejan en la realidad del campo, observándose cultivadores haciendo interminables filas para procurar un crédito que tarda en llegar o, en el mejor de los casos, demora para salir cuando ya ha transcurrido la oportunidad de financiar las tareas del agro. El o la designada podría poseer el más rico palmarés, pero sin apoyo político que derive en compromiso financiero, sería un fracaso más.