De la mano del humor
Aprender es el proceso favorito de nuestro cerebro, de la mano con las emociones. Uno de los mayores obstáculos para apegarse a un cambio, una meta o un proyecto, es que nos interrumpimos, y luego nuestro cerebro convierte eso en que no somos lo suficientemente buenos y que debemos rendirnos. Pero existe aquello que nos produce emociones, como el humor, emoción que ha hecho que me ría de mí misma, se ha convertido en mi mejor aliada contra cualquier adversidad y camino complicado. Siempre me han dicho que reírse de uno mismo es el mejor truco para aprender de nosotros y sobrellevar nuestro mundo dentro de todas las circunstancias. Es un pilar de la resiliencia, entender la magia de fallar, lo necesario de equivocarse, lo importante que es diferenciarnos y, sobre todo, querernos más y de manera más real. Esto se debe a que la mayoría de nosotros no nos damos cuenta del poder y la magia de un nuevo comienzo. Hay situaciones en las que el sentido del humor nos permite figurar ciertas cosas y llevar el día a día, satisfacciones, superar adversidades. Aprendemos a entender muchas de las cosas que nos suceden aceptando, asumiendo las virtudes y defectos, las bajadas y las subidas. Lo hermoso es que un nuevo comienzo está disponible para nosotros no solo cuando nos interrumpimos o tropezamos… sino en todo momento. Cada día. Cada nuevo respiro. Recientemente me recordé a mí mismo el valor de dedicar algo de tiempo simplemente a aclarar las cosas. Acepta que te equivocas a menudo y reconcíliate contigo mismo. Si nosotros nos reímos de nosotros mismos, nos adjudicamos un superpoder de manejar nuestras vidas mejor y enfrentar la realidad ahorrándonos malos ratos por expectativas ajenas. Lo que he encontrado valioso es dejar algunos bloques de tiempo para aclarar las cosas. El problema es que llenamos tanto nuestros días de tareas, reuniones, llamadas y demás que no dejamos espacios para atender nuestra vida. Y cuando tenemos algo de espacio, tendemos a llenarlo con nuestras distracciones favoritas. Eso está bien, pero también es increíblemente útil dejar algo de espacio para cuidar nuestros pequeños jardines. Limpia las malas hierbas, limpia montones y desórdenes, cuida las cosas, ya que es increíblemente reconstituyente. Reírnos de nosotros mismos es querernos sin medida y sin reparo, es juzgarnos para mejorar sin condicionarnos a ser perfectos e irreales y que de cada error sales listo para no repetir nunca más lo vivido. Equivóquense, perdónense, ríanse y aprendan.