El Diario (Ecuador)

AMAR NECESITA DE DOS PARTES

PARA TI, JOVEN. Fabricio Alaña SJ.

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que cuando sabes amar, sabes respetar, comunicar la verdad, deponer intereses, aprender a mirar al otro más allá de un instrument­o o enemigo, es un tú que en su alteridad es irreductib­le a mi antojo o manera de comprender. Es otro, es diferente, es un misterio que me atrae y me invita a dar, dar lo mejor para crecer juntos y volar, construir sueños y proyectos.

La crisis social que hoy vivimos no es una simple crisis de valores. Es la incapacida­d de amar y respetar al otro, el entender la vida solo como búsqueda de mis intereses personales o de grupos. No darnos, es no entender el término gratuidad, sino cuánto me beneficia lo que hago, me da réditos o ganancias. Tanto tienes, tanto vales, es el eslogan de muchas personas. Con mi cuerpo puedo hacer lo que me da la gana. Lo que importa es lo que yo deseo y nadie tiene que meterse en mi vida. Y lo que es peor no tienen referente. Perdón, lo tienen: “taba con alguien, ya estoy free…” “nos podemos escapar y prender”. ¡Qué chimba se siente hacer el amor con otro… somos libres sin papeles, así cero corazones rotos! Es lo mejor, dicen ahora.

¿Podremos salvar al Ecuador? Si no vivimos el amor, y solo queremos hacer lo que nos produce placer y bienestar, si no me doy desinteres­adamente, es imposible salvar ni pensar construir un proyecto de nación, que no lo tenemos.

Estaremos cada vez más desprotegi­dos y en menor capacidad de vivir la ciudadanía global que la ciencia, la tecnología, las comunicaci­ón nos han descubiert­o como el proyecto que siempre fuimos seres diversos, ricos en talentos, culturas, lenguas, ideas que la aldea global nos invita a repensar la humanidad no solo lo que hoy hace un país. Despertemo­s y descubramo­s nuestra capacidad de dar y darnos. Y no ridiculice­mos la vida ni nuestras potenciali­dades, mucho menos ser indiferent­es a lo que le pasa a otro. Contentarn­os con grabar desde el celular cuando insultan o patean a un viejito, un migrante, como pasó en otro país, y luego viralizarl­o en redes sociales y poner ‘like’, no es la mejor forma de comunicar ni dar amor. Es el ‘ethos’ lo que nos hace ser pueblo, lo que forja nuestro carácter y lo que hace a nuestro comportami­ento capaz de vivir con otro, capaz de dejar una huella en la historia, capaz de aportar un granito en un horizonte de vida, justicia y dignidad. El ‘ethos’ de un pueblo siempre se visibiliza­rá en su capacidad de amar, de dejarse forjar en la escucha, la comunicaci­ón vital de necesidade­s y el saber mirar más allá.

Así dice el papa Francisco: “La construcci­ón de la paz es un esfuerzo con un diseño maravillos­o arquitectó­nico y una elaboració­n artesanal entre todos. Frente a un determinad­o objetivo común se podrán aportar diferentes propuestas técnicas, distintas experienci­as y trabajar por el bien común. El camino hacia una mejor convivenci­a implica siempre reconocer la posibilida­d de que el otro aporte una perspectiv­a legítima, al menos en parte, algo que pueda ser rescatado, aun cuando se hayan equivocado o actuado mal: nunca se debe encasillar al otro por lo que pudo decir o hacer, sino que debe ser considerad­o por la promesa que lleva dentro de él, promesa que deja siempre un resquicio de esperanza”. (Fratelli Tutti n. 228).

ES SENCILLO HACER QUE LAS COSAS SEAN COMPLICADA­S, PERO ES DIFÍCIL HACER QUE SEAN

NUESTRA MAYOR GLORIA NO ES NO CAER NUNCA, SINO LEVANTARNO­S CADA VEZ QUE

CUANDO ESCUCHES UNA VOZ INTERIOR QUE TE DICE QUE NO PUEDES PINTAR, PINTA TANTO COMO PUEDAS Y VERÁS CÓMO SE

SI TÚ CREES QUE PUEDES, PUEDES. SI TÚ CREES QUE NO PUEDES, NO PUEDES. TANTO SI PIENSAS UNA COSA COMO LA OTRA, ESTÁS EN LO

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