Los políticos y el tiempo
Los presidentes ecuatorianos, simulando ser dioses, han llamado y obligado ya tantas veces a votar a consultas populares que perdí la cuenta. Por diversos motivos, todos se han creído portadores del “cambio y la transformación”, evocan sentimientos de enojo y esperanza en los ecuatorianos que obligados a votar acudimos a las urnas en calidad de Sísifo(s), condenados a empujar perpetuamente la pesada piedra de la decisión del voto hasta lo alto de una montaña empinada, y cuando estuviera a punto de alcanzar la anhelada cima de la democracia participativa e inclusiva, la gran piedra volviese a caer hacia el valle de la desigualdad, desde donde debía empujarlo nuevamente hasta lo alto. Ese acto tendría que repetirse sucesivamente por toda la eternidad.
Así es el tiempo para los políticos. De reforma en reforma, enredados en disputas estériles, los dioses de la Asamblea Nacional y del Ejecutivo olvidan que la experiencia humana a lo largo de las diversas etapas de la vida constituye una auténtica vivencia del tiempo en sí, que se muestra a diario en falta de acceso a salud, seguridad ciudadana y alimentación, muy distinta de la experiencia del tiempo del político que, dedicado a la bullaranga e inutilidad de la confrontación política, no da paso al bienestar general. Estrechando el futuro de la infancia, la juventud y la ancianidad.
Los políticos ecuatorianos deben ejercer la virtud del tiempo-oportuno de la política, para poder llevar la acción-política al terreno de la utilidad, de lo pragmático, responder a las demandas cotidianas de los ciudadanos, garantizar la vida hoy, en el ahora, ese presente que dura muy poco.
Ya lo señaló en su momento Maquiavelo, la política se trata de resolver la vida práctica de muchos, y no me refiero a estancarse, sino al enfrentarse al problema de renovarse y consolidar institucionalmente la democracia en el hacer.
De las diez preguntas hasta ahora presentadas ante la ciudadanía y entregadas a la Corte Constitucional, más de la mitad no logrará pasar el filtro del control de constitucionalidad, por mal elaboradas y porque muchas análogamente han sido tratadas en la misma Corte Constitucional y en la Asamblea Nacional, lo cual estará bien, para eso los constituyentes diseñaron un control concreto y abstracto; entre las limitaciones está el equipo ad honórem del Ejecutivo, es momento de contratar profesionales expertos en ciencias políticas, derecho y sociología, por lo menos.