Los jinetes de Oriente
Entre el coro de la propaganda oficial rusa que dirige Vladímir Putin, un balde de realismo frío mediante una voz veterana, la del coronel retirado Mijaíl Jodariónok, decide sorpresivamente romper la dinámica y manifiesta su preocupación: “La principal deficiencia de nuestra posición político-militar es que estamos en plena soledad geopolítica y, aunque no queramos admitirlo, prácticamente todo el mundo está contra nosotros, y tenemos que salir de esta situación”. Desde el punto de vista militar, el avance inicial ha sido una muestra más del típico sacrificio ruso, pero inconsciente; semejante atolladero de tanques parece algo exagerado como maniobra de distracción, incluso para los rusos. La moral de las tropas y la ayuda occidental por medio de armas como los drones o los lanzamisiles Javelin han dado fuerza a Ucrania para resistir, aunque los rusos han planteado una guerra más efectiva al centrarse en el Dombás mediante artillería para arrasar.
La figura de Volodímir Zelenski y su despliegue mediático, además de la confirmación encarnada de que Ucrania se desliza a través del espectáculo de Occidente, añade peso a la empatía hacia un invadido que se ha defendido heroicamente sufriendo matanzas como la de Bucha. Mientras tanto, la imagen de Rusia se ha hundido tanto como su buque insignia, el Moskva. A nivel económico dicha imagen deteriorada se vuelve más tangible. Al menoscabo con las sanciones y la bajada de las ventas de energía a Europa, se suman las limitaciones de las exportaciones de Ucrania, lo cual ha provocado una crisis alimentaria mundial en un ambiente de inflación en ascenso. Por su parte, Estados Unidos, bastante