“DIOS NO ME QUIERE ALLÁ ARRIBA TODAVÍA”

PORTOVIEJO. IVÁN CASTRO SOBREVIVIÓ A UN ACCIDENTE EN TIERRA Y A OTRO EN EL MAR.

Iván Castro tiene 55 años y le ha tocado sufrir varias desgracias. Él dice que si no ha muerto es porque Dios no lo quiere allá todavía.

Él se gana la vida como conductor de mototaxi y también es dirigente de los transportistas de la parroquia Crucita, de Portoviejo. En un accidente de tránsito quedó herido y su mototaxi resultó dañada. Comenta que algo que le molesta es que tras quedar lesionado y no poder trabajar varios días, tiene que gastar dinero para sacar su motocicleta de los patios de retención.

¿Cómo sucedió el accidente de tránsito?

Yo iba con dos pasajeros desde el centro de Crucita hacia Los Arenales, y al pasar por la calle Nueva apareció un vehículo gris que no respetó el disco Pare y nos embistió.

¿Qué fue lo que hizo en ese momento?

No pude hacer nada, solo sentí el golpe y quedé tirado en la carretera.

AÑOS

ES LA EDAD DE IVÁN CASTRO, QUIEN HA SUFRIDO ACCIDENTES EN TIERRA Y EN EL MAR, SEGÚN CONTÓ.

Escuchaba personas que pedían ayuda y que alguien me atendiera, luego ya desperté en el hospital.

¿Qué tipo de lesiones sufrió?

Quedé con golpes en todo el cuerpo, en especial en la cabeza.

Estuve varios días ingresado y en recuperación, incluso ahora sigo sintiendo los dolores.

¿Qué pasó con los pasajeros y su mototaxi?

Los pasajeros, por suerte, no sufrieron lesiones fuertes.

La mototaxi sí sufrió varios daños y junto con el carro que me impactó los llevaron al patio de retención. Lo que más coraje da es que tras gastar en medicamentos tuve que gastar para sacar la moto retenida y encima me falta dinero para hacerla arreglar.

¿Antes de ese accidente ya se había salvado de morir?

Sí, justo unas semanas antes había asistido a la romería marítima de Pedro y Pablo y cuando íbamos en una lancha, otra lancha la chocó y se viró.

¿Qué hizo en ese instante?

Pensé que hasta allí había llegado, que allí iba a morir.

Algunas personas quedamos dentro de la canoa volcada, en una burbuja de aire, y como yo sabía nadar traté de salir a la superficie, pero había una señora desesperada que se agarraba a mí y me hacía hundir y por poco provoca que nos ahoguemos, hasta que finalmente nos sacaron.